Trabajar mano a mano con clientes en una actividad tan intensa como es la creativa puede ser un auténtico reto a la hora de mantener una relación fluida, cordial y de respeto mutuo entre ambas partes. Los creativos podemos pecar de falta de flexibilidad, al pensar que la idea que tenemos es siempre la más acertada, y que el cliente no quiere aceptar que siempre sabemos más que él. Por su lado, muchos clientes tendrán una gran implicación personal en su proyecto, y no siempre entienden la minuciosidad y planificación que requiere el trabajo creativo, por lo que pueden tender a ser “caprichosos”, cambiar de opinión constantemente, o no aceptar nuestras recomendaciones y sugerencias.

Veamos algunas recomendaciones que pueden ser muy útiles a la hora de trabajar con clientes en un proyecto creativo.

Intenta, en la medida de lo posible, educar a los clientes. Tu cliente te paga por tu criterio estético y tu conocimiento. Explícale lo que es moderno, lo que es fresco, lo que funciona en su caso. No debes intentar imponer tu criterio, sino tratar de convencerle, pero sin olvidar que su decisión es la final. Acepta que el gusto es subjetivo.

Muchas veces el cliente no sabe lo que quiere. Muchos necesitan tener un diseño o una propuesta delante para saber si les gusta o no. Pero eso no quiere decir que tengas que trabajar necesariamente a ciegas. Intenta enseñarle ejemplos de estilos diferentes, y estudia sus reacciones para saber lo que le gusta y lo que no. Quizá él no sepa verbalizar lo que tiene en la cabeza, pero ver ejemplos os ayudará a ambos a entender por qué vía tirar. Establece siempre un límite de revisiones: le ayudará a entender que tiene en su tejado el esforzarse por ayudarte a materializar su idea.

No temas a la crítica y a rehacer el trabajo. Una crítica no es un insulto. Critica tu propio trabajo, antes de que lo hagan los demás. Cuando tengas un proyecto terminado, tómate un café, date un paseo, dedícate un rato a otro tema. Y luego, retómalo. Lo verás con una mirada fresca y detectarás posibles errores, que cuando miras fijamente durante horas, no ves.

En la era de los smartphones y las apps, tenemos la idea de que todo es mágico, basta con dar a un botón y tenemos lo que queremos. Ten en cuenta que tu cliente no será consciente del tiempo y esfuerzo que requiere el trabajo que pide. No te enfades si te pide mil cambios, e inténtale explicar que no siempre se puede reemplazar en 2 minutos un elemento por otro. Ten acordado un plan de entrega que deje claro que un retraso por su parte (entregar materiales, información, etc.) implicará un retraso en la fecha de finalización.

Presta atención a los textos. No dejes sólo del lado del cliente la revisión de los textos o de la información. Cuatro ojos siempre ven mejor que dos.

No te obsesiones con los detalles. Dale mil vueltas al problema, no a tu solución. No te pierdas en múltiples direcciones: busca con tu cliente la principal y dedica tus esfuerzos a ella. Cuanta más comunicación haya con el cliente, más rápido y efectivo será el proceso de conseguir el resultado solicitado.

Recuerda dejar claras las expectativas. Mantén al cliente informado de los pasos del proceso. Evita una situación de contantes revisiones, recordando el acuerdo inicial. Recuerda ser flexible y no perder los nervios, y muestra buena voluntad. Recuerda que algunos clientes piensan que tu trabajo lo hace cualquiera, y otros se sienten intimidados por su absoluto desconocimiento de tu sector.

Los mejores proyectos son aquellos en los que no son necesarias muchas revisiones. Significa que has conectado con tu cliente, que hay confianza mutua y las cosas fluyen.

 

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