Que el invierno energético ya está aquí, no lo digo yo; lo dice la Unión Europea. Incluso lo anuncia la propia Comisión que ya está abogando porque durante este invierno recortemos el consumo de electricidad en las horas punta, al menos en cuatro horas. El racionamiento is coming.
Seguro que va a haber resistencia por parte de alguno de los Estados, pero la realidad es tozuda. Avanzamos de forma decidida hacia el racionamiento energético. La guerra de Ucrania, y las decisiones que se han tomado con respecto a Rusia, nos abocan a una situación muy compleja en medio de una inflación galopante, (10,5% en agosto) acompañada por la decisión del Banco Central Europeo de echar el freno de emergencia y detener la economía en seco a base de subir los tipos de interés.
Decisiones que llegan tras meses de fuertes subidas de precios que se achacan a la guerra pero que comenzaron mucho antes, tras la pandemia. En sus carnes buena parte de los sectores económicos y sus cadenas de valor están sufriendo el duro impacto de una estanflación que ya se está instalando.
Algunos efectos
Aquellas empresas intensivas en electricidad o dependientes de los semiconductores han comenzado a parar. Y ahí tenemos al acero y las automovilísticas.
El sector de la alimentación (desde los agricultores y pescadores, pasando por transportistas, distribución y pequeño comercio, sufren con dureza el impacto de la crisis. Y para qué vamos a hablar de los ciudadanos a los que cada vez les cuesta más llenar la cesta de la compra.
En medio de este panorama, las instituciones europeas y el gobierno abogan por topar los precios ante el estupor de los empresarios. Y cada día que pasa, la situación se complica cada vez más.
El papel de la comunicación en tiempos de crisis
Cuando la crisis llega, que siempre acaba por llegar, hay un elemento que condiciona el comportamiento de quienes la sufren: la incertidumbre. No saber qué me va a pasar, qué va a ser de mi y/o hasta cuándo va a durar. Esa falta de certidumbre, de no atajarse a tiempo, dispara los rumores en el caso de que no exista información cierta, solvente y transparente.
Con los rumores y la incertidumbre se dispara la desinformación y el miedo. Recordemos además que la mentira se propaga 70 veces más rápido que la verdad a través de las redes sociales ¡Qué mejor caldo de cultivo para la polarización, la confrontación y la destrucción de alianzas! Porque en caso de crisis uno es tan resiliente como lo sea la cadena de valor en la que se integra.
Es aquí donde la Comunicación tiene un papel determinante para fortalecer la cadena de valor y con ella la resiliencia de un sector. De hecho, la comunicación es el aceite que engrasa la cadena. Sin una comunicación fluida y transparente, dentro del seno de tu organización y entre los eslabones esenciales de la cadena de valor, esta acaba por oxidarse y quebrarse.
La verdad es que precisamente, cuando llega el frio, no parece lo más inteligente dejar que se oxide tu cadena de valor ¿Qué estás haciendo para engrasarla?