Dar con el dato de facturación de la industria de las relaciones públicas corporativas (que no de las discotecas) en España es tarea casi imposible. Antaño solía hacerlo ADECEC pero ellos (y algunos otros, también) sabrán por qué cortaron el grifo de una transparencia de la que todos nosotros vivimos. La última cifra que tenemos es de 2010 y apunta a una facturación de 383 millones de euros, aunque parece que entonces ya faltaban algunos datos significativos.
La industria de la asesoría estratégica en comunicación es relativamente pequeña si la comparamos, por ejemplo, con la de las agencias de publicidad (17.448 millones de euros de facturación en 2010 y según el mismo informe) Pero estar, estamos. Y creciendo.
Hasta que llegue a nuestro país la posibilidad de contratar a una empresa que nos busque la agencia de comunicación que mejor se adapte a nuestras necesidades, me temo que sigue siendo patente que nos queda mucho por aprender. Leo estos días sorprendida un encendido debate en el blog de Enrique Dans sobre la necesidad o no de contar con la ayuda de una agencia de comunicación y cuáles son las obligaciones de éstas. Siento escuchar al profesor Dans asegurar que en España sólo hay dos agencias capaces de dar un servicio diez, perdón 9 (ninguna llega, según él, a la excelencia. Ignoro si está pensando en nosotros como una de ellas, pero confío en que así sea…)
Estando muy de acuerdo con muchas de las aportaciones de Enrique y con algunos comentarios, me preocupa descubrir que todavía andemos reduciendo nuestra competencia al envío o no de notas de prensa.
La industria de la comunicación se ha transformado de una forma drástica en los últimos años, por no decir en los últimos meses (esto corre que se las pela). Las competencias que teníamos hace 15 años (por ejemplo, cuando nació Silvia Albert in company) han cambiado y mucho. Las nuevas tecnologías, las redes sociales, los nuevos interlocutores, el mal llamado “periodismo social”, el storytelling, el big data, la narrativa transmedia, etc. ha transformado de raíz nuestro quehacer diario y hace aún más importante y vital nuestra participación en la gestión de las compañías. Las propias compañías se ven forzadas a un cambio que posiblemente no querían pero que ya es imparable. El contenido se está entronizando. Ser un emprendedor, ser un gran gestor, ser un buen empresario… no garantiza el correcto desarrollo de la actividad comunicativa. Puedes saber mucho pero no saber contarlo. Y, las notas de prensa, ni son LA comunicación ni han desaparecido. Simplemente son una herramienta más entre muchas otras. Y se transformarán, por supuesto.
Es responsabilidad de los expertos en comunicación, tanto de los departamentos internos de las compañías como de las agencias de comunicación (entiendo por tales las que gestionan adecuadamente la información – sea del tipo que sea- de sus clientes y no aquellas que únicamente mandan notas de prensa) hacer su trabajo adecuadamente y en consonancia con las necesidades del cliente. Otra cosa es que el cliente sepa qué le duele y, aún más, que esté dispuesto a pagar el tratamiento para su cura.
Efectivamente, es responsabilidad de las empresas saber qué necesidades quiere cubrir, cuánto está dispuesto a invertir, hasta dónde está dispuesto a abrir las puertas de su casa y cómo de disciplinado va a ser. Es más, ser consciente de que lo que está recibiendo es lo que necesita y si está funcionando o no. El mercado depura la incompetencia pero no podemos negar que siempre habrá un roto para un descosido.
¿Algún #Dircom contrataría una agencia con faltas ortográficas en su propuesta? Yo no, por buena que fuese: denota falta por el detalle
— Joseba Cortazar (@jcortazar) enero 3, 2014
¡Qué puñetas! Somos partners estratégicos, no productores de notas de prensa, que los hay, si, y al módico precio de 80 euros la pieza. Pero, por favor, no sigamos tomando las partes por el todo. Pensaba que teníamos superado este duro trance…
Y prometo que mi próximo post versará sobre «Cómo ser un buen cliente para una agencia de comunicación».
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