Hace unos años tuve la suerte de vivir una temporada en Nueva York mientras investigaba los informativos de las cadenas norteamericanas para mi tesis doctoral. Tengo muy grabado el día en el que conocí a uno de los monstruos de la televisión, Peter Jennings, el presentador del informativo de la ABC News. Jennings había sido corresponsal en medio mundo, había ganado infinidad de premios y su informativo era entonces el de mayor audiencia, con más de 14 millones de espectadores. Me fascinaba su periodismo tan valiente e innovador. Aquel día asistí en directo desde el control mientras se emitía su informativo y luego charlé con él unos minutos. Le pregunté cómo hacía para innovar en televisión, un medio tan poco proclive al cambio. Jennings me dijo: “Para innovar has de cambiar la mentalidad de la gente con la que trabajas. Change their mindset”. Sus palabras aún resuenan. Nunca olvidaré esa lección.
Innovar consiste en cambiar la mentalidad de quienes nos rodean, modificar sus ideas y actitudes. No es solo utilizar una tecnología ni lanzar un nuevo producto, sino esencialmente, se trata de influir en las formas de pensar o hacer las cosas. A veces creemos que lo innovador se encuentra en la belleza de un diseño, la eficacia de un algoritmo o la velocidad de una herramienta informática. Pero nada más lejos de la realidad. El motor de toda innovación surge de las ideas poderosas, capaces de transformar a las personas.
En el Máster en Innovación en Periodismo de la Universidad Miguel Hernández, en el que soy profesor, llevamos más de una década ayudando a decenas de periodistas a desarrollar sus propios proyectos. Han surgido todo tipo de iniciativas: newsletters, publicaciones de nicho, podcasts, proyectos intraempresariales, hiperlocales, periodismo de datos, incluso proyectos de comunicación audiovisual o comunicación corporativa. No hay una ‘fórmula del éxito’; cada proyecto es único y exige muchísima dedicación. Al reflexionar sobre cómo algunas de estas iniciativas han sido exitosas, me gustaría compartir cinco aprendizajes que pueden ayudar a quienes deseen emprender este camino:
- Investiga a fondo cómo son las personas a las que te diriges con tu proyecto. La investigación de usuarios (user research) es el proceso previo a la definición de la idea, que también debe acompañar su desarrollo y lanzamiento. Conviene formular preguntas iniciales como: ¿cuáles son las necesidades de los usuarios?, ¿qué consideran relevante?, ¿cuáles son sus problemas?, ¿cómo los solucionan actualmente?, ¿qué les falta?, etc. Se trata de estudiar a los usuarios en su propio contexto, escucharlos, entender sus preocupaciones y descubrir qué necesitan. Toda esa información también te será útil para identificar a tus posibles aliados cuando diseñes el proyecto, quiénes podrían colaborar en algunas tareas o convertirse en prescriptores de tu iniciativa.
Este ejercicio de estar observando al usuario debe ser continuo. No basta con hacer una investigación al inicio del proyecto, diseñarlo y seguir con su desarrollo, olvidándose del usuario. Has de volver continuamente a las conversaciones y al análisis del comportamiento de los usuarios, no perder de vista sus necesidades y cómo están respondiendo a lo que les ofreces. Lo que realmente funciona como estrategia de innovación es considerar al usuario como persona, mirarle de tú a tú, y no convertirle solamente en un dato o en una estadística. Hay muchos casos de empresas que se focalizaron en los resultados y KPI’s, perdiendo de vista al usuario durante el proceso; el resultado suele ser contraproducente.
- Asume riesgos y sal de tu zona de confort. Afrontamos tiempos de cambio vertiginoso y disruptivo, donde prima la capacidad de adaptación. Recuerda que tus competidores pueden imitar los productos e incluso la tecnología, pero nunca podrán replicar a una persona que esté motivada y alineada con el propósito de tu organización. Para lograrlo hemos de vencer la resistencia al cambio. A esto se refería Albert Einstein cuando dijo: “No podemos resolver los problemas aplicando el mismo tipo de pensamiento que usamos cuando se crearon”. Para un líder, cambiar la actitud es darse el espacio para pensar distinto y buscar alternativas.
Recuerdo a una periodista que en el Máster se planteó empezar un podcast, pero le horrorizaba ponerse ante un micrófono. “Prefiero mil veces escribir piezas o hacer una newsletter antes que lanzar un podcast”, me decía. Pero al cabo de un tiempo, se dio cuenta de que sus usuarios preferían ese formato y debía dar ese paso. Se compró un buen micro, pasó horas ensayando y modulando su voz. Ahora disfruta con un podcast muy exitoso. Necesitamos sopesar los retos que nos planteamos y superar nuestros miedos. Innovar también es cuestión de apertura al cambio de mentalidad, como decíamos al principio. Pero antes de atrevernos a dar el salto, necesitamos entender las razones por las que vamos a cambiar y cómo nos va a afectar, y así superaremos el miedo a la nueva situación.
- Aprende a trabajar en equipo. Sin un equipo, innovar es prácticamente imposible. El mito del lobo solitario, del corredor de fondo exitoso, es falso. A menudo damos por supuesto que sabemos trabajar con otros compañeros, pero no es verdad. Los equipos de alto rendimiento son aquellos que cumplen los objetivos con la máxima calidad profesional y generan un clima de trabajo donde todos se sienten comprendidos y valorados. Cada miembro del equipo puede cometer fallos o no ser del todo eficaz, pero cuenta con la comprensión del resto y con su ayuda si es necesario. Por ello, rodeate de gente con habilidades muy diversas, capaces de enriquecer el resultado colectivo del proyecto. La genialidad surge del roce, del chispazo provocado por una conversación, una experiencia o un comentario. Dedica tiempo a explicar tu plan y cómo lo vas a llevar a cabo. Cuéntale tu proyecto a la gente que te rodea (compañeros, familiares, amigos…), pídeles que te den su feedback con sinceridad y acepta las críticas.
- Follow the money. Los periodistas somos muy buenos a la hora de informar y contar historias; en cambio, el excel y los números no se nos suelen dar nada bien. Me viene a la memoria un joven periodista que tenía una newsletter con más de 2.000 suscriptores y se propuso buscar patrocinios. Hizo una lista de potenciales clientes y empezó a llamar a cada uno de ellos. De 20 llamadas, solo respondieron dos. Pero aquel fue el comienzo que le permitió lograr una financiación estable. Otros han conseguido ingresos mediante mil fórmulas: crowdfunding, anuncios, eventos, suscripciones, cursos, micropagos… Además, tu proyecto pronto se convierte en tu ‘carta de presentación’ para darte a conocer, y así pueden surgir vías de ingresos adicionales: colaboraciones, clases, formación, consultoría… Quienes tienen su propia empresa saben lo complicado que resulta cuadrar las cuentas a fin de mes. Por eso, desde el inicio, ten muy claro cómo vas a hacerlo sostenible y aunque a menudo tengas que ‘pivotar’, no olvides que tu trabajo es muy valioso y no puedes regalarlo.
- Trabaja con pasión y sé constante. Los seres humanos sentimos emociones que, a su vez, impactan en nuestras vivencias y actitudes. Si percibes que tu trabajo es muy duro, con frecuencia te sientes frustrado y cada día se convierte en un calvario, cuando le dediques tiempo al proyecto, tendrás emociones negativas que aumentarán tu frustración. En cambio, si sientes pasión por lo que haces y te motivas con cada pequeño paso, te sobrepondrás a los momentos difíciles, afrontarás los problemas con tenacidad y disfrutarás a lo largo del desarrollo, lanzamiento y actualización del proyecto. Lo importante no es solo llegar a la meta, sino disfrutar del camino. Quienes sacan adelante sus iniciativas en el Máster en Innovación en Periodismo se distinguen por su pasión y su constancia. No se conforman con salir del paso, con estar tranquilos en su ‘zona de confort’. Creen firmemente en el valor de su idea y hacen lo imposible por sacarla adelante. Se les nota en cómo les brillan los ojos cuando hablan de ‘su criatura’. Irradian una pasión inquebrantable, que nada ni nadie será capaz de truncar.