El problema de los monopolios mediáticos y los cambios en las políticas de Twitch

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En julio de 2020, tan solo un mes después del fin del confinamiento, traía a este blog La generación que paga por contenido online. Un post sobre el consumo de contenido en streaming, sobre su auge en los meses más difíciles de la pandemia y sobre las distintas formas de monetización que planteaban las plataformas de vídeo en directo. Durante este tiempo, el streaming se ha terminado de consolidar como alternativa de entretenimiento y Twitch, propiedad de Amazon, como plataforma líder.

Salvo en casos muy concretos, donde Facebook Gaming y YouTube consiguen hacerse un hueco, la predominancia del gigante morado es total, atrayendo a creadores y espectadores por igual y situándose en una posición extremadamente ventajosa frente al resto de alternativas.

A pesar de ello, Twitch no es una plataforma rentable para Amazon o al menos no todo lo que la compañía quisiera. Esto se debe, principalmente, a las ventajas que ofrecen a través de su suscripción única: Amazon Prime. A lo largo de este último año, hemos sido testigos de cambios que indican que Amazon quiere revertir esta situación, aprovechando el nuevo contexto para hacer más rentable la plataforma.

Pero, antes de nada, ¿cómo se rentabiliza Twitch?

Fuentes de ingresos de Twitch

Twitch tiene dos fuentes de ingresos principales:

  • La publicidad tradicional, con anunciantes que firman un acuerdo con la plataforma para la emisión de sus cortes en los directos.
  • Las suscripciones, o lo que es lo mismo, el dinero que los espectadores pagan de forma voluntaria para apoyar sus canales favoritos. La suscripción se renueva de forma mensual y, entre otras cosas, permite que el espectador no vea anuncios en el canal al que se suscribe.

Los ingresos que provienen de esas dos fuentes se reparten entre las plataformas y los creadores, con contratos que varían según la relevancia del streamer. El más común, reparte la suscripción al 50% entre Twitch y el creador. El segundo, reservado solo para aquellos con un gran volumen de suscriptores, se divide en un 70/30 a favor del creador.

Twitch Prime

Hasta aquí todo bien, pero nos queda quizás la parte más importante de la ecuación: Twitch Prime. Como parte de su servicio de suscripción único, Amazon Prime, la compañía ofrece una suscripción mensual gratuita a todos los usuarios de la plataforma. De hecho, para un espectador español que quiere suscribirse a un determinado canal, resulta más barato hacerlo adquiriendo el servicio de Amazon de forma anual que abonando el valor de la suscripción en Twitch de forma mensual.

Las suscripciones por Twitch Prime (nombre que recibe esta rama del servicio Amazon Prime) se rigen bajo los mismos contratos que las normales, con la diferencia, de que es Amazon quien corre con los gastos, abonando el importe correspondiente a cada creador. Este modelo, sumado a la penetración de Amazon en el mercado global, supone que las suscripciones “gratuitas” de los usuarios sean, en la actualidad, una de las principales fuentes de ingresos de los streamers.

Es Amazon quien sustenta el modelo actual. Y parece que no quieren seguir haciéndolo.

Cambios en las suscripciones de Twitch

En septiembre de 2021 Twitch rebajó el precio de todas las suscripciones. Hasta entonces, el precio por suscripción había sido 4,99$ para todas las regiones, 4,99€ en el caso de España. Bajo el pretexto de hacer la suscripción más accesible, la plataforma estableció un nuevo tarifario que varía en función del país.

Mientras que en Estados Unidos la suscripción se mantuvo al mismo precio, en otros países se redujo entre un 20% y un 50% (3,99€ en España). A pesar de que esta medida pudiera parecer una buena noticia para el espectador, lo cierto es que el principal beneficiado resulta ser Amazon, que ha reducido considerablemente el desembolso económico mensual que abona en concepto de suscripción prime al creador.

Esta medida no afectó demasiado a las grandes figuras que emiten desde la plataforma, que ya perciben cuantías de dinero interesantes (bajo mi punto de vista, totalmente acordes a su capacidad de movilización). Por el contrario, la rebaja en las suscripciones afectó notablemente a los streamers más pequeños.

Pongamos un ejemplo: una streamer, que lleva dos años en la plataforma, tiene una media de 1.000 suscriptores mensuales. Una cifra nada desdeñable que genera cada mes 5.000 dólares brutos. Tiene un contrato estándar, por lo que ella percibe el 50% de dichos ingresos, 2.500 dólares brutos. Como Twitch paga en dólares, dependiendo del tipo de cambio del momento pierde otro tanto a la hora de pasarlo a euros, por lo que supongamos que sus ingresos brutos se sitúan alrededor de 2.200 euros mensuales.

No hay cifras públicas en relación con la cantidad que un creador puede generar por la emisión de cortes publicitarios, por lo que, de momento, lo dejaremos fuera de la ecuación. Una vez pagados sus impuestos y su cuota de autónomo, la creadora cuenta con unos ingresos que se aproximan al salario medio en España, fijado por la OCDE en 26.537 euros brutos anuales.

Sin embargo, la rebaja en las suscripciones, lejos de provocar un aumento de las mismas, ha ocasionado que los ingresos de los creadores se vean reducidos notablemente en lo que va de año. Si bien no hay datos públicos, varios streamers han confirmado que, con un número de suscriptores igual o incluso superior, perciben unos ingresos por suscripción entre un 30% y un 50% inferiores respecto al mismo período de 2021.

Nueva política de Twitch: en busca del anunciante

El pasado 27 de abril, Bloomberg filtraba nuevos cambios en la política de monetización de Twitch. Medidas, que la plataforma estaría barajando aplicar en 2022 y que tendrían como objetivo atraer a nuevos anunciantes y consolidar a los que ya apuestan por la plataforma:

Aumentar la cantidad de anuncios

La primera de estas medidas es directa y rotunda: aumentar la cantidad de anuncios incentivando a los creadores para que emitan más minutos de publicidad durante su directo.

Eliminar, de base, los contratos 70/30

Como es lógico, una marca tendrá más interés en que su anuncio aparezca en el canal de Ibai Llanos (con una media de 90.000 personas en directo) que en el de nuestra creadora ficticia. Por lo tanto, esta segunda medida buscaría que los “grandes” de la plataforma compensaran la reducción en sus ingresos por suscripción mediante la emisión de más cortes publicitarios.

Eliminar la exclusividad contractual en la plataforma

Todos los creadores que cuentan con un contrato 70/30 acuerdan emitir en exclusiva en la plataforma morada. Twitch estaría barajando eliminar esa restricción, lo cual, en principio, daría libertad a los streamers para emitir en otras plataformas o, incluso, de hacerlo de forma simultánea. Nada más lejos de la realidad, a día de hoy, no existen alternativas reales para que los creadores lleguen a su público objetivo al tiempo que aseguran sus ingresos periódicos.

Ninguna de estas medidas ha sido confirmada por el momento, pero, de producirse, supondrían el inicio de una nueva etapa para la plataforma. Al igual que sucedió con YouTube, y el fin de los “contratos de 2$ por cada 1.000 visitas”, este tipo de modificaciones en las políticas de monetización provocan cambios en el contenido. Ya sea, adaptándolo para cumplir con los requerimientos que marcan los anunciantes o aumentando la participación directa de patrocinadores.

No obstante, y a pesar de las implicaciones negativas que tiene un aumento de la publicidad para la audiencia, ese no es realmente el problema.

La falta de alternativas y el monopolio en el entretenimiento digital

A estas alturas, ya habréis escuchado que Netflix ha perdido 200.000 suscriptores en el primer trimestre de 2022 y que sus perspectivas estiman una bajada de 2.000.000 más antes del verano, lo que provocó un descenso de aproximadamente el 35% del valor de sus acciones al anuncio de sus resultados trimestrales.

Hasta hace no mucho tiempo, Netflix contaba con una posición similar a la que Twitch ostenta en la actualidad. Pocos competidores, contenidos que la gente quiere ver y un precio de suscripción asumible para gran parte de la sociedad.

Poco a poco, las otras plataformas de contenido han ido haciéndose con parte de esa tarta: mediante la negociación de mejores condiciones para productoras y distribuidoras, aumento de la producción de contenidos propios exclusivos o tarifas más reducidas para el consumidor. Netflix, por su parte, ha incrementado paulatinamente sus tarifas y ha perdido algunos títulos de gran relevancia para la audiencia.

Personalmente, me alegro de que las grandes compañías tengan estos “sustos”. La competencia entre proveedores de servicios siempre es buena para el consumidor y, por eso, resulta de tanta relevancia que surja una alternativa viable a Twitch.

Si no te ha quedado claro a estas alturas, soy un gran consumidor de stream y de contenido online. Me encanta Twitch, su App, su UX, las comunidades que se forman alrededor de los creadores o la posibilidad de apoyar de forma directa a la gente que está delante de la cámara. No por ello me gustaría menos que tuvieran una llamada de atención.

Al igual que estoy seguro de que Netflix cuenta con un plan de acción ante la perspectiva de perder su trono (también estarían barajando la posibilidad de incluir publicidad), ni Twitch ni el mercado del streaming cuentan todavía con la madurez que otorga el tiempo. Creadores, plataformas y espectadores, deben seguir explorando las posibilidades que ofrece este nuevo medio. En busca del beneficio económico, por supuesto, pero también en virtud de nuevas formas de comunicar, de interactuar y de generar contenidos de calidad que nos entretengan, nos formen y nos informen.

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