Entrevista a Ana Isabel Segovia, investigadora y docente en comunicación
Tengo la impresión de que el mundo académico, el periodismo y la investigación andan reñidos desde hace tiempo y que los profesionales de la comunicación acudimos poco a las fuentes originales que aportan tranquilidad y reflexión a este convulso sector. Desde la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense, se publican cientos de tesis que pasan, en general, desapercibidas para la mayoría de nosotros por falta de tiempo o de interés, o por la implacable sensación de avanzar apagando fuegos sin detenernos a pensar sobre lo que estamos haciendo.
Ana Isabel Segovia Alonso es doctora en Ciencias de la Información y profesora de Teoría de la Información y Estructura de la Comunicación en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid y socia fundadora y presidenta del capítulo español de la Unión Latina de Economía Política de la Información, la Comunicación y la Cultura (ULEPICC)
Sus investigaciones y artículos giran en torno a la regulación, la concentración y la estructura de la propiedad de los medios desde la perspectiva de la economía política de la comunicación. Hace escasas semanas se publicó una obra coral bajo el título Grupo Prisa: Media Power in Contemporary Spain. Hablamos con ella de su aproximación a la historia de Prisa y de la evolución del periodismo post-pandemia.
¿Cómo surge la idea del libro?
Forma parte de una colección, creada a partir del libro Global Media Giants. Esta obra, publicada por Routledge en 2017, consta de varios capítulos dedicados a grandes grupos de comunicación de alcance global, así como otros que se centran en gigantes regionales. Entre ellos, el Grupo Prisa. Este libro es el tercero de la serie (tras Alphabet y Tencent), ya que había interés por parte del mundo anglosajón en saber más de este referente de la industria cultural en español.
Es un libro sobre la historia de Prisa pero también sobre la historia del periodismo y de España de los últimos 40 años. ¿Ha sido difícil desmenuzar la complejidad financiera de los grandes grupos editoriales?
Creo que es una de las cuestiones más interesantes del libro: mientras desmenuzamos los avatares del grupo de comunicación, vamos tomando conciencia de cómo esta empresa, a partir del éxito de El País, progresa según España entra en la democracia, deja atrás la censura, e ingresa de lleno en una economía capitalista en la que se liberalizan los mercados, incluido el de la comunicación. Y Prisa está preparada para participar en todos ellos: radio (Ser), televisión (Canal +, luego Digital +, aunque ahora ya no sea parte del grupo) … Y el camino de Prisa refleja en gran medida la senda económica y política seguida por nuestro país, también en tanto en cuanto en España la polarización política se ve reflejada en los propios medios de comunicación.
Nosotros intentamos reflejar en el libro el juego de poder especular entre este gran grupo de comunicación y los distintos gobiernos. Y aquí la cuestión de quién está detrás de los mandos de la compañía es clave. El timón manejado firmemente por la familia Polanco pierde agarre debido a la deuda acumulada por la compañía durante la primera década del siglo actual, y la crisis económica global impacta hasta tal punto en el devenir de la empresa que esta debe salir a flote traspasando activos, llegando a venderse a sí misma y dando entrada a accionistas muy diversos, mayoritariamente procedentes del panorama bancario y financiero nacional e internacional.
¿En qué medida la “financiarización del capitalismo” ha influido en las empresas de comunicación, en su declive como empresas y en su creciente falta de credibilidad?
La financiarización de la economía hace que la dependencia de las entidades bancarias y financieras de todo tipo afecte a todas las industrias. Cuando una de tus labores fundamentales es informar a la ciudadanía de lo que ocurre, y uno de los actores relevantes en el devenir de los acontecimientos y del que tienes que hablar es dueño de la empresa para la que trabajas, es muy complicado ser imparcial, consciente o inconscientemente. Es difícil cubrir críticamente ciertos asuntos (como los paraísos fiscales, por ejemplo), cuando van en contra de los intereses de los propietarios del medio de comunicación (o de aquellos a los que deben muchos millones de euros, o de los que dependen una parte importante de los ingresos en publicidad).
¿Es esta situación la responsable de la precarización del periodista, de la falta de credibilidad del periodismo y de la escasa cultura política de las nuevas generaciones?
El impacto de la comercialización se hace sentir en las empresas de comunicación de manera hiriente. Vender información no es necesariamente lo mismo que informar. La búsqueda del beneficio por encima del valor informativo supone sacrificar la calidad, incluida la mano de obra. A la larga quien sale perdiendo es la audiencia, que se acostumbra a la banalidad y la espectacularización de la información frente al análisis crítico y pausado (otro de los males de la actualidad: la rapidez).
¿Cuales son los objetivos de ULEPICC y qué tipo de trabajos se desarrollan en España?
Es una asociación de docentes e investigadores/as de la comunicación presente en varios países latinos, entre ellos España. Pretendemos contribuir a la reflexión crítica y plural sobre los problemas presentes en el campo de la comunicación, la información y la cultura. Para ello promovemos el intercambio de ideas y experiencias entre los socios, por ejemplo con la celebración de congresos y seminarios, para compartir investigaciones y preocupaciones. También hemos participado impulsando declaraciones y comunicados a favor de la democratización del espacio social, en relación al impulso de políticas de comunicación más justas, y en defensa del valor de la información como bien público.
¿Qué retos afronta la comunicación, la información y la cultura en el horizonte post-pandemia?
No son distintos de los que afrontaba previamente. La pandemia ha hecho que el horizonte parezca que esté más cerca, pero los retos siguen vinculados a la deriva que tomó la información y la comunicación como consecuencia de la comercialización y mercantilización de sus productos. Las nuevas tecnologías trajeron más fragmentación e inmediatez, y parece que los males se difunden más rápidamente. Pero de la pérdida de la capacidad crítica que provoca la cultura reconvertida en industria ya hablaron Adorno y Horkheimer en la década de los años 40 del siglo pasado.