Me imagino la cara de un gran número de lectores cuando hayan visto en la cabecera del diario impreso de hoy el siguiente texto: “Pedro J. Ramírez explicará a las 12.30 las ventajas para los lectores en un ‘hangout’ global en Google”. Ahí es nada. Serlo y parecerlo. El omnipresente Pedro J. quiere liderar la carrera de la evolución mediática española hacia ‘la nueva edad de oro del periodismo’ aún a costa de dejar perplejos a sus lectores analógicos.
Pero vamos a lo que vamos. Tras el lanzamiento, la semana pasada, de una edición vespertina para dispositivos móviles, hoy nos han presentado un “cambio de piel”. La página web, que verá la luz mañana, pasa por chapa y pintura para dar lustre a un nuevo camino, el de la viabilidad económica del periodismo, que sigue siendo el quid de la cuestión.
En el hangout global de marras -una videoconferencia, para que nos entendamos- Pedro J. ha vendido su producto y ha defendido su estrategia de contenidos en abierto y de pago como la única vía posible para la industria, como ya están probando con éxito iniciativas previas del New York Times o del Financial Times.
El sistema permitirá que la gran mayoría de los usuarios naveguen gratis, pero ofrecerá contenidos de pago a precios asequibles (2,95€ y 4,94€) para la minoría que quiere tener toda la información. Con 200.000 suscriptores el proyecto sería un éxito. ¡Y tanto!
Afortunadamente, la ‘publiconferencia’ permitía preguntas. Desafortunadamente, las más interesantes se han quedado sin respuesta. Para Pedro J. aumentar contenidos y ediciones no pasa por aumentar plantilla ni por invertir en formación “No se trata de periodistas 360º sino de periodismo 360º; la información es la misma, pero se puede distribuir por más canales. Se trata de aprovechar más el trabajo de los periodistas” (Sí, esta última frase da para mucho…)
Hay que reconocerle, en todo caso, el empuje y el interés por la innovación, aunque en esencia lo presentado hoy no ha resultado muy novedoso ni ha generado mucha expectación. Por si acaso, Pedro J. había preparado una exposición muy sentida y una despedida teatral, clamando, mano en pecho, “está en juego la calidad de la democracia, no del periodismo”.
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