En pocos meses se estrenará una nueva entrega de la saga Star Wars donde veremos de nuevo la lucha entre las fuerzas del bien y las del lado oscuro.
Es esta lucha o contradicción la que me asalta cada vez que en una organización se pone encima de la mesa la «transparencia», bien sea en una estrategia de comunicación, en un debate de política de personas, en una reunión de resultados, etc.
Esta lucha entre el lado luminoso y el lado oscuro no es tal, lo relevante es tener claro qué implica la transparencia en ambos casos, por ello me permito sugerir unas ideas al respecto.
En el lado luminoso, y en concreto en el mundo de los negocios, se sitúa la transparencia en la información como algo chic, bien visto, una buena idea, se lleva, es fresco y van con los tiempos. Al margen de lo anterior, hay que reconocer que compartir información libremente, que sea abierta y honesta, potencia la capacidad (empodera) a los profesionales y, por ende, a los equipos.
Cuando esa información se entiende, es fácil de seguir, está bien articulada en un relato, tiene sentido y es parte de una estrategia clara de comunicación, produce una mejora significativa en los criterios de las decisiones; aporta una visión de negocio más amplia y “sin ruido”, que cuando no lo es.
La información, y sobre todo la información transparente, es bien recibida cuando ayuda a hacer bien el trabajo del día a día y permite contextualizarlo, esa labor que tan bien realiza el maestro jedi Yoda.
En el lado oscuro, que ciertamente existe y es lo que da “cierto miedo”, la información y su distribución, con el ánimo de ser transparente, puede resultar excesiva y crear problemas de sobrecarga de información; hay personas que no quieren conocer los múltiples detalles que la compañía puede ofrecerles, es muy simple, interesa lo que a cada persona le afecta directa e indirectamente y poco más, así somos.
También cuando la información está acompañada de transparencia, de sinceridad sin dobleces, de realidad desnuda, se entrega, entre otras, a personas que no siempre tienen criterios para entenderla y utilizarla adecuadamente, llegando a situaciones que predisponen a críticas superficiales, a dudar sobre decisiones ejecutivas, a legitimar debates interminables o simplemente no saber si tienen que hacer algo con dicha información o no; en muchos casos invita más a una evaluación crítica que a reconocerla como una aportación valiosa.
Sin embargo, lo que más visibilidad tiene es el lado pernicioso, digno del mismísimo Darth Vader, de generar el efecto psicológico de comparación social, es decir, ver la información como elemento de diferencia o semejanza entre lo propio y lo ajeno, de discriminación, de agravio comparativo sin entrar en más valoraciones, donde aplica el dicho anglosajón: “El jardín de mi vecino siempre es más verde”, auténticos daños colaterales por fuego amigo.
Dicho lo anterior cabe una reflexión: en tu comunicación, ¿en qué lado de la fuerza estás?
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