Sobre la pasión, el trabajo y la comunicación

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Sobre la pasión, el trabajo y la comunicación.

«Una idea mediocre que garantice el entusiasmo llegará más lejos que una gran idea que no inspire a nadie» – Mary Kay Ash, fundadora de Mary Kay Cosmetics, Inc.

Un trabajo siempre será un trabajo, siempre tendrá sus cosas buenas y sus cosas malas. Si estás leyendo esto y dudando sobre si pones toda la carne en el asador en tu vida laboral, quizá puedas encontrar algo de inspiración en las reflexiones que muchos conocidos emprendedores han dedicado a la pasión y el trabajo. Hay grandes frases para la historia que bien merecen un vistazo.

Sin embargo, ser feliz con lo que uno hace en la vida es algo tan personal y complejo que no me atrevo siquiera a meter un pie en ese jardín. Pero sí hay un jardín que no sólo conocemos bien en Silvia Albert in company, sino que además regamos con mimo, podamos con criterio y cuidamos hasta el mínimo detalle: la comunicación.

Hay personas que son incapaces de mostrar pasión en lo que hacen porque no creen en ello. Pero hay muchas otras que, sencillamente, aunque crean en su trabajo no saben transmitirlo ni ponerlo en valor de cara a los demás. Unas veces por timidez, otras por circunstancias puntuales (cansancio, jet lag…), otras por falta de seguridad. Sea como sea, no ser capaz de transmitir de forma adecuada puede hacer que un buen mensaje se pierda. E incluso puede restar credibilidad a una persona y deslucir su labor.

Pensemos, por ejemplo, en un periodista que va a hacer una entrevista a un alto ejecutivo, que es experto en una materia apasionante pero compleja. Si ese experto se pasa la hora titubeando, si tiene un tono de voz monótono, si mantiene una actitud distante o defensiva, si parece aburrido o cansado o si no es capaz de mirar a los ojos, ¿qué pensará el periodista? ¿Qué sacará en claro de esa conversación?

No hay ningún truco infalible para lograr comunicar pasión por nuestro trabajo y asegurarnos de que nuestros mensajes calen en nuestro interlocutor. Pero sí que hay algunas sanas costumbres que viene bien cultivar para evitar distracciones e intentar conseguirlo:

Empatizar con quien escucha y atender sus dudas y necesidades. Quien nos escucha es exactamente como nosotros: una persona con sus intereses, sus dudas y su visión del mundo. Tengamos más o menos feeling con aquél con quien intentamos comunicarnos, siempre ayuda ponerse por un momento en sus zapatos y aparcar los prejuicios.

Buscar la naturalidad por encima de todo. Como comentamos en cierto post sobre cómo hablar en público, el discurso debe casar con la personalidad de orador. Y también debe hacerlo su forma de transmitirlo: si no se es la persona más entusiasta del mundo, no hay que forzar en exceso.

Eliminar el factor ‘fisiológico’ en la medida de lo posible. Ya sea a la hora de realizar una entrevista, participar en una reunión o dar una conferencia, si no tenemos nuestras necesidades básicas cubiertas probablemente no demos lo mejor de nosotros. Así que, si puedes evitarlo, conviene no ponerse delante de tu público con hambre, sueño o ganas de…

Preparar previamente unos mensajes clave que sean claros y atractivos. Este punto puede no tener que ver tanto con la pasión como con ser capaz de captar la atención El tiempo es oro, máxime en un contexto laboral y es necesario ir al grano, explicarse con claridad e intentar hilar un discurso interesante y útil.

No perder de vista nuestro rol de expertos. Es decir, creérselo un poquito. No se trata de ser altivo ni presuntuoso, sino de saber que muy probablemente vamos a saber la respuesta a la gran mayoría de preguntas que nos van a plantear. Siempre se puede declinar contestar una pregunta incómoda o comentarle a la/s persona/s que tenemos delante que no tenemos determinado dato en la cabeza y que se lo ofreceremos a posteriori.

Recuerda qué hace especial tu trabajo. Igual que en una relación de pareja, el desgaste del día a día y las rutinas pueden hacer que se nos olvide que en verdad sí sentimos pasión por nuestro trabajo. Ten en mente qué lo hace especial, cuál es su valor diferencial y cuáles son los motivos por los que crees que el proyecto o la empresa en la que trabajas puede tener éxito.

 

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