No tenemos más que asomarnos a las fauces de la red de redes para encontrar suficientes predicciones de lo que será o no será el año en nuestro sector. La verdad es que da un poco lo mismo, porque nadie va a ir a chequear quién dijo qué y si fue certero o no. Somos así de osadas/os.
Tampoco tenemos una bola de cristal, ni creo que ese sea el objetivo. Intentamos, en la medida de nuestras posibilidades, recrear el contexto en el que creemos se desarrollará nuestra actividad a lo largo del año que da comienzo, pero de ahí a hacer un pleno, hay un abismo.
¿Cuáles son los retos de 2025?
Cada año, desde comma nos planteamos este bonito acertijo como una tradición para arrancar nuestro blog con los días que comienzan. Para este año, creemos que las agencias de comunicación van a tener que afrontar tres importantes retos:
La asunción de la IA.
El pasado año fue intensivo en el debate sobre cómo la inteligencia artificial iba a influir en nuestro trabajo. El debate no va a cesar pero si es cierto que la asunción, usos y aplicaciones de la IA en nuestro día a día está siendo evidente. La clave, para comma, es de doble sentido. Por un lado, no solo no negamos sino que estamos a favor del uso como herramienta de apoyo y ayuda en diferentes procesos (sobre todo aquellos que tienen poco valor añadido pero que restan mucho trabajo como informes, reportes, evaluaciones, etc.) Y, por otro, la importancia de la experiencia y el conocimiento para evitar caer en la homogeneización de los resultados y los proyectos. Nuestro valor es ahora más importante que nunca ya que marcará la diferencia con aquellas consultoras que solo se queden en los resultados primarios de los asistentes de IA.
Concentración de firmas para ganar tamaño.
El tamaño parece estar más en el centro que nunca. En 2024 se materializaron bastantes adquisiciones y fusiones. El cliente busca unificar en un solo proveedor sus servicios de comunicación de forma que no tenga que utilizar recursos en la gestión de los diferentes equipos. Aunque parezca contradictorio, al mismo tiempo, aumentará el valor de aquellas compañías pequeñas y muy especializadas de forma que se tenga un servicio premium para tareas muy específicas y de alta calidad. Trabajar con estas boutiques será un sello de distinción en sí mismo.
La flexibilidad laboral y la productividad.
Con la reducción de jornada laboral que parece arrancará en breve y la cada vez más demanda de puestos de trabajo 100% remotos, el debate sigue encima de la mesa sobre la necesidad o no de la presencialidad: ventajas, desventajas, oportunidades… Los modelos híbridos siguen siendo los más numerosos, pero no son pocas las consultoras que están poniendo en duda de si la productividad no se estará viendo demasiado afectada e insistiendo en la necesidad de volver a la oficina cada día y sintiendo que se está perdiendo la esencia que les hacía marca.
Dos compromisos para 2025
Esta vez, si nos lo permitís, además de esta breve aproximación a lo que creemos serán algunas de las claves del año que comienza, planteamos dos compromisos que queremos afianzar en los próximos 365 días.
Cuidar las palabras
‘Sé impecable con tus palabras’. Este es el primer acuerdo de los 4 determinados por el doctor Miguel Ruíz basados en la sabiduría tolteca. En su libro, Los 4 acuerdos, Ruíz ya avanza que es de los más difíciles de cumplir, pero que es tremendamente poderoso. Así lo creo. Según la RAE, Impecable significa “exento de tacha” (correcto, irreprochable, pulcro, impoluto…) e “incapaz de pecar”. Mediante nuestras palabras ponemos de manifiesto, creamos o destruimos… Según cómo las utilicemos, nos liberarán o nos esclavizarán. En un mundo tan infoxicado como en el que vivimos, en el que se reverberan contenidos sin límites, sin consciencia, sin vergüenza… se hace más imperativo si cabe este compromiso. Pero no solo hacia afuera, sino también hacia adentro, siendo conscientes de cómo utilizamos las palabras con nosotras/os mismas/os. En este sentido, Ruíz apunta en su libro que “la cantidad de amor que sientes por ti es directamente proporcional a la calidad e integridad de tus palabras”. Por ello, añade: “utiliza tus palabras adecuadamente”.
Las palabras son magia, son poder, tienen vida propia. En 1994 el escritor y médico alternativo japonés, Masaru Emoto, autor de Mensajes del agua, mostró un experimento (denostado y considerado pseudocientífico) en el que exponía al agua a diferentes palabras (también lo hizo con música y dibujos) Y que, una vez congelada, la estética de los cristales resultantes – fotografiados microscópicamente- variaba considerablemente si estas eran palabras positivas o negativas (o música disonante o dibujos desagradables).
Sean o no cuestionables las pruebas que muestra Emoto, todos hemos vivido en primera persona cómo nos impactan las palabras. Hace unos días, durante un almuerzo, hablando con un colega, me decía que a su equipo ya le había transmitido que el año que comenzaba iba a ser “muy complicado”. Me alarmó y le pregunté si estaban teniendo problemas. “No, me respondió, para nada”. Entonces le pregunté: ¿te refieres a que va a ser un año de retos, de reinvención, de proyectos?. Me confirmó que sí y fue entonces cuando le planteé que fuera consciente de las palabras que utilizaba para transmitir lo que realmente quería porque el mensaje que yo había percibido en nada tenía que ver con lo que él quería decir y pensaba me estaba transmitiendo.
Pero no nos equivoquemos. No estoy hablando de magia. No es lo mismo decir “eso es mentira” que decir “eso no es cierto”. No es lo mismo decir “estamos en peligro” que decir “estamos en una situación complicada”. Puedes hacer un pequeño ejercicio. Fíjate qué sentimiento te invade al escuchar la palabra ‘CRISIS’. ¿Qué sentiste? ¿Nervios, ansiedad, nada…? Obviamente, no todos percibimos de la misma manera, pero sí podemos (y debemos, más las/los que nos dedicamos a la comunicación) ser conscientes de la materia prima con la que estamos trabajando.
Yo, a veces, tengo discusiones con mi equipo porque me recriminan que parece que siempre voy con el diccionario por bandera. Solo les intento transmitir que cada palabra tiene un poder intrínseco del que debemos ser conscientes, porque, a veces, podemos conseguir un efecto diferente al que buscamos. Las palabras no deben usarse en vano.
Y no se trata de manipular sino de ser impecable en nuestras palabras. Buda decía: “Cuida tus pensamientos, porque se convertirán en tus palabras. Cuida tus palabras, porque se convertirán en tus actos. Cuida tus actos, porque se convertirán en tus hábitos. Cuida tus hábitos, porque se convertirán en tu destino.”
Responsabilidad
Escribía hace unos días Ignacio Jiménez Soler en su canal de Substack un artículo sobre lo que no es la comunicación. Le hemos invitado a nuestro podcast El elefante verde para hablar de ello, pero creo que viene también a colación en este rincón sobre todo por uno de los puntos de su texto, cuando habla de que entiende la comunicación “como una herramienta que fomenta la transparencia y el buen gobierno desde dentro de las organizaciones; como un vehículo de conexión directa con los públicos, ocupando el espacio masivo, el mainstream informativo, solamente cuando haya contenido de valor”.
Subrayo esta última frase porque me parece fundamental: “cuando haya contenido de valor”. ¿Cuánto ruido estamos colaborando a generar? ¿Cuánta infoxicación es también parte de nuestra responsabilidad? El debate en su entrada en Linkedin fue amplio y las referencias al papel que los agentes de la comunicación hacemos al respecto, reincidente. No debería ser que la cantidad pese más que la calidad.
Y aquí, colegas, tenemos que entonar el mea culpa. Mirar hacia dentro y analizar si todo lo que enviamos, creamos, curamos… tiene realmente valor. Hacer un autoanálisis sobre nuestra autoridad. Hay momentos en los que cabe decir: “no”, sin rubor, sin miedo, sin complejos. Porque es este exceso innecesario el que colabora, en gran medida, en esa pandemia que, silenciosamente y sin vacuna, va extendiéndose como una gran mancha de grasa en el océano de la cotidianeidad: la desinformación.
Así afrontamos el nuevo año, más que adivinar qué pasará, fijando el marco de actuación en el que comma pretende moverse este año. Y da igual empezar por uno o por el otro, porque cada uno es consecuencia del otro.
¡Bienvenido 2025!