Luis Piedrahita, uno de los más eruditos pensadores de la lengua española, ya anotó en su día con acertado acierto que el español es un idioma loable, lo hable quien lo hable. Y es que el rey de las cosas pequeñas dio con la clave de nuestra lengua: que está a la altura de muy pocas otras. No tenemos esa pretensión del inglés de escribir días de la semana, meses y cargos en mayúsculas porque el castellano es grande por sí mismo. No necesita de artificios externos. Ni todos los sustantivos se mayusculan como en alemán porque sabemos de la grandeza de nuestro idioma por sí mismo.
Pero como todo lo que es grande también necesita ser humilde y necesita de aprehender sus carencias, aquí os traigo – en forma de una especie de esfuerzo Wittgeinsteniano*, sin ser nada yo de eso – una serie de incongruencias y carencias de nuestra LENGUA que me parece divertido resaltar. Antes de empezar la verborrea, tengo que apuntar que ésto que les voy a explicar tiene su origen en uno de los proyectos de mi vida: el Diccionario Ilustrado Ilustrísimo de Palabras Ilustrísimas del Español (en mayúsculas todo porque, de alguna manera, tendré que suplir su insignificancia y darle la importancia que pretendo haceros creer que tiene).
En mi iPhone de antepenúltima generación, en la aplicación de notas, entre la lista de la compra semanal y la rutina del gimnasio, vengo de un tiempo a esta parte recogiendo palabras del castellano que me hacen gracia: rodapié, pozal, rimbombante, intuito, regüeldo, satisfizo… y otros muchos delirios. Tiene otra sección, que es la que os traigo hoy aquí, y que he denominado «Palabras que Deberían Esixtir en Español” (‘Esixtir’ está mal escrito a plena conciencia porque nunca he sabido pronunciarla bien, así que si no puedes con el enemigo únete a él). Helas aquí, oyente:
¿Por qué si a ‘inmaculado’ existe ‘mácula’, por qué a ‘incólume’ no existe ‘cólume’? Es decir, parece que ‘incólume’ parte de la raíz ‘cólume’ y se le añade el prefijo ‘in-’, de negación. Pero no, mirad lo que sale cuando buscas cólume en el diccionario de la RAE. Nada. Entonces, ¿cuál es la manera fina de decir que algo no es sano, tiene lesión y menoscabo? Es decir, lo contrario de ‘incólume’ ¿’Dañado’? Muy vulgar. Estaba pensado también en ‘indemne’, sinónimo de ‘incólume’, y me he dado cuenta de que pasa lo mismo. No existe demne. Así que asumamos, por el bien de este artículo, que ‘demne’ y ‘cólume’ existen y que hay maneras finas de hablar de lo lesionado.
¿Pero qué me dicen de ‘ilustre’ y ‘lustre’? Podría parecer que lo ilustre es lo que no tiene lustre (por aquello de i-lustre). Pero no, ajá, cayeron en la trampa otra vez. ‘Ilustre’ y ‘lustre’ hacen referencia a lo mismo: al esplendor, a la gloria, a lo célebre. Lo que me lleva a preguntarme, y espero que ustedes también lo estén haciendo,¿tiene antónimo ‘lustre’? Pues al parecer, sí. Déjeme que le ilustre porque el antónimo de ‘lustre’ es ‘deslustre’. Entonces ¿el contrario de ‘ilustre’ es ‘desilustre’? Es decir ¿lo ‘desilustroso’?
Otra cosa. Si prisión y cárcel son sinónimos ¿por qué si les ponemos el sufijo ‘-ero’ quedan antónimos? Prisionero y carcelero. Cero sentido.
Y como último ejemplo y homenaje a los niños y a los franceses que se pelean con la formación de participios en español os traigo: provisto = proveído. Ambos son participios aceptados por la RAE, del verbo proveer. Y aquí es donde entra la magia del autor y, haciendo una analogía matemática torticera me pregunto: ¿y si quito el ‘pro’ de ambas partes de la ecuación? ¿’Visto’ = ‘veído’? Pues tristemente, no. Pero que vivan los veídos, los hacidos, y los abridos. Que se hable como se hable el español siempre será lohable.
Estoy seguro de que todas estas cuestiones tendrán su fundamento y explicación etimológica y podría seguir hablando y tratando de explicar los errores en los que me regocijo. Pero a mí me han dicho que estos artículos mejor de folio y medio. Así que sólo quiero acabar con una reflexión. Castellano, ya sabemos qué es de nosotros contigo. ¿Pero qué sería de nosotros sintigo?