Es innegable que la comunicación, y por tanto también el periodismo, están viviendo una gran revolución gracias a Internet y a las redes sociales. Ahora hablamos de periodismo 2.0 como si se tratara de un nuevo campo de la profesión, pero simplemente se trata de su evolución. Una evolución propia de una profesión tan cambiante como la nuestra, en la que la capacidad de reinventarnos y de adaptarnos a los cambios, con la mayor agilidad y rapidez posible, debería ser algo obligatorio.
El Social Media ha nutrido el periodismo de nuevos espacios donde la inmediatez y las posibilidades de interacción han cambiado la forma de actuar de los periodistas. En las redes sociales cualquiera puede comunicar y compartir de forma pública aquello que de algún modo le impacte o le llame la atención. Por ello, ahora es el usuario el que decide cuándo, dónde y cómo informa sobre aquello que considera relevante.
Todo ello ha contribuido, de algún modo, a que ahora algunos periodistas dejen de ser anónimos para convertirse en marca de sus medios. A través de su identidad digital, los periodistas tienen la posibilidad de conectar de una forma más directa con su público, pudiendo interactuar con él a través de los blogs, las redes sociales o los espacios de microblogging.
Pero esta inmediatez del mundo 2.0 también hace que las redes sociales se llenen de falsas noticias, obligando al periodista a hacer un mayor esfuerzo a la hora de filtrar las informaciones que le llegan a través de ellas.
La línea que separa el periodismo del marketing es cada vez más fina, propiciando que sea más difícil distinguir entre información y publicidad. Además, esto no solo tiene repercusión en los contenidos (que deberían tener la obligación de aportar valor) sino que también afecta al modelo de negocio, que al estar inmerso en un contexto económico desfavorable podría caer en la tentación de dejar de dirigirse a un lector exigente de contenidos de calidad.
Gumersindo Lafuente, profesor de la Fundación Gabriel García Márquez para un Nuevo Periodismo Iberoamericano (FNPI) y director de PorCausa.org, aseguró en la conferencia “Retos éticos e innovación en la era del periodismo vigilado” que “el único modelo de negocio del periodismo debería ser la ética”. Para él, una de las muchas dificultades a las que los periodistas tenemos que hacer frente es la de que ya no somos intermediarios imprescindibles, porque hemos dejado de ser los únicos que tenemos en nuestras manos la realidad. Por ello, es necesario que el periodismo y la ética sean inseparables para no perder la esencia de la profesión.
Una esencia que no debe ser otra que la de comunicar historias con rigor, personalidad y respeto a la verdad. Ahora y en un futuro, el periodismo debería seguir conservando estos valores independientemente del soporte sobre el que se vuelquen esas historias y del formato en el que sean presentadas. Cierto es que a los periodistas los avances tecnológicos nos amplían los públicos y nos obligan a más. Por ello, para ser buenos profesionales de la comunicación, tendríamos que ser capaces de adaptarnos a los distintos soportes y espacios que nos brinda el Social Media, pero eso sí, sin perder nunca la esencia del periodismo.
Al margen del formato en el que la información llegue al público (papel, tabletas, smartphones, ordenadores o cualquier otro tipo de soporte a través del cual se pueda comunicar algo), lo trascendente seguirá siendo aquello que contemos.
Un comentario