“Estimados compatriotas, en el día de hoy acabo de comunicar al jefe del Estado la celebración mañana de un Consejo de Ministros extraordinario para decretar el Estado de Alarma en todo nuestro país, en toda España, durante los próximos 15 días”. Con estas palabras el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba hace un año el que sería el mayor vuelco de nuestras vidas. En este enlace se puede ver íntegra aquella declaración histórica. Nunca en toda una generación nos habíamos enfrentado a algo semejante y que tantas consecuencias dramáticas está teniendo. Doce meses y tres oleadas después por fin se vislumbra la luz al final del túnel y comienzan a dibujarse calendarios para una vuelta a la normalidad con visos de ser más duradera que los últimos intentos. La crisis ha puesto a prueba la confianza ciudadana en las instituciones, como demuestra este informe de Edelman. Este tiempo de intensidad y miedo ha servido para que muchas personas redescubrieran no solo su hogar o su propia familia, sino también la importancia de la prensa y de la información rigurosa y responsable.
Hubo un tiempo no muy lejano en que la imagen del periodismo ante la opinión pública estaba tan depauperada que no era descabellado pensar en un futuro sin medios de comunicación, a los que progresivamente se les condenaba a la irrelevancia, ante el apogeo de las redes sociales. Sin embargo, la crisis ha devuelto a los medios su lugar en el mundo. La rumorología y las falsas noticias que circulaban salvajemente han provocado que mucha gente se diera cuenta de algo básico: es fundamental estar bien informado.
Ahora que conceptos como toques de queda, confinamiento, aislamiento, cierre perimetral o la brutal estadística de muertes diarias se viven con normalidad, echamos un vistazo a cómo le ha ido los periodistas durante esta pandemia, muchos de ellos supervivientes de la gran crisis financiera de 2008 que confiaban en no verse en otra igual, no al menos tan pronto. Entre las luces y sombras que señalan los redactores destacan el impulso forzoso hacia la transición digital, o una mayor accesibilidad a convocatorias o entrevistas que antes eran muy complicadas de lograr. Al mismo tiempo, los periodistas también subrayan la pérdida de contacto directo con las fuentes y la enésima incertidumbre en que la crisis ha sumido a un sector que permanentemente está haciendo equilibrios.
En una época en la que lo profesional y lo personal se han mezclado tanto, en la agencia comma hemos querido saber cómo están viviendo la situación los periodistas y les hemos hecho tres preguntas: ¿Cómo ha cambiado la pandemia el periodismo? Qué opinan de la avalancha de convocatorias virtuales y el riesgo de webexificación y cómo ven esta crisis, comparada con la de 2008.
¿Cómo ha cambiado la pandemia el periodismo? El gran problema de la falta de contacto personal con la fuente.
Las opiniones sobre en qué manera ha cambiado la pandemia el periodismo varían mucho, pero hay una coincidencia en un aspecto clave: la falta de contacto directo con la fuente. Esas ruedas de prensas, entrevistas y encuentros presenciales que abundaban antes y que durante meses desaparecieron completamente y luego se han ido reanudando, aunque de forma muy desigual y a trompicones. “No tener contacto con las fuentes no facilita la búsqueda de noticias. La pérdida del contacto humano y el intercambio de información personal se pierde”, confirma Rocío Martínez, periodista de información bursátil. Es posible que las ruedas de prensa virtuales hayan abierto la posibilidad de que ahora puedan preguntar muchos más periodistas que antes y, sobre todo, periodistas que no se encuentran físicamente en Madrid, el centro de la actividad política y económica en España. Pero, al mismo tiempo, la frialdad del contacto digital es algo que los periodistas rápidamente señalan. “Eso de hacer o buscar la información en la calle se ha parado. Se han paralizado los encuentros, y con ello quizás la forma de captar una noticia”, detalla Beatriz Pérez Galdón, periodista freelance, colaborada de medios como Cinco Días.
Esta tendencia también ha desembocado en cierto descontrol de la actividad, como ha ocurrido en numerosas profesiones donde ha surgido la oportunidad de teletrabajar en estos meses convulsos. Un lado de la moneda es una mayor conciliación, sobre todo para las familias trabajadoras con hijos en edad escolar, ante lo erráticos que han sido los horarios de colegios e institutos durante todo este tipo. Pero el reverso es la extensión hasta infinito de los horarios laborales y las dificultades para desconectar. “Los off the record se han convertido en videollamadas a cualquier hora, cada vez es más complicado filtrar la información”, asegura un periodista que pidió no ser identificado.
La gestión de los tiempos en el trabajo en remoto se ha revelado como uno de los grandes desafíos de los tiempos actuales. Para ayudarnos en este sentido, nuestra compañera Mónica Bernardo publicó no hace mucho un artículo con unos excelentes tips para organizar el teletrabajo.
Exceso de convos virtuales, entre el mito y la realidad
La normalización del mundo virtual ha multiplicado las posibilidades a la hora de hacer convocatorias. Los profesionales de la comunicación podemos acercar a los periodistas a portavoces que hasta ahora solo eran accesibles una vez al año o incluso una vez cada varios años: los portavoces internacionales que están basados en el extranjero. Sin embargo, ante el entusiasmo y la multiplicación de webinars, foros virtuales, ruedas de prensa telemáticas en las distintas plataformas, nos preocupaba especialmente saber si estábamos saturando el mercado. Nos ha sorprendido que los periodistas no lo ven así, sino que subrayan que la clave está en saber elegir. “Aprendes a ser selectivo. Te conectas a aquellas que consideras te van a aportar información relevante. Si algo ha demostrado la pandemia es la importancia de mantener buenas relaciones con los periodistas, de ser una fuente interesante para ellos. Aquellas personas que antes de la pandemia han sido vistos por el periodista como una buena fuente de información, tienen una ventaja competitiva frente al resto”, explica Óscar Rodríguez, reportero de Funds People.
“Tal y como nos repartimos el trabajo el equipo no llega a saturar. Creo que llegan más o menos las mismas que antes de la pandemia”, asegura Víctor Blanco, redactor de El Economista, que recalca una de las virtudes pandémicas: “Antes era más complicado conseguir una entrevista a ciertas personas que viven en otros países. Ahora, dado que el método habitual son las plataformas de video-llamadas, se hace más sencillo poder acceder a este tipo de perfiles”.
Otro aspecto positivo es que estos encuentros son mucho más ejecutivos de lo que serían los encuentros en persona, que normalmente tardan mucho más tiempo en arrancar, aparte de la diferencia sustancial que supone para los redactores no tener que desplazarse a ninguna parte. “Los tiempos de las presentaciones se han acortado drásticamente. Eso es bueno, porque todos (ponentes y periodistas) vamos al grano. Eso sí, se pierde el calor humano”, explica Rocío Martínez. La periodista cree que, una vez que la normalización se reinstale definitivamente en nuestras vidas, el formato será híbrido, con una mezcla de convocatorias presenciales y remotas.
“Son más o menos la misma cantidad de convocatorias que antes de que se produjera la pandemia, pero con otro formato. Esa es la realidad”, concluye el periodista freelance Héctor Chamizo, colaborador entre otros, de medios como Business Insider. “Se agradecería que este tipo de convocatorias se pudiese seguir haciendo una vez la situación epidemiológica esté controlada. Creo que, en muchos casos, hay más capacidad de acceder a los expertos de una forma dinámica”, concluye.
El sombrío futuro del periodismo, otra vez a escena
Un magnífico artículo del periódico El Confidencial ofrece unos números que ilustran a la perfección los problemas y dilemas a los que se enfrenta la prensa. Según este diario, El País, el periódico impreso con mayor distribución en España, vendía en el año 2000 más de 435.000 ejemplares diarios. En plena pandemia y a pesar de la coincidencia generalizada en que la crisis sanitaria ha reforzado el prestigioso del periodismo, la tirada media de El País era de unos 81.700 ejemplares. La prensa vuelve a verse obligada a reinventarse. En estos momentos, la opción de los muros de pago se está generalizando y, tras varias intentonas frustradas en el pasado, parece que esta vez hay más visos de éxito. Uno de los factores que ha contribuido a ello es la aceptación más generalizada por parte del consumidor de pagar una suscripción por el acceso a determinados productos o servicios, como ya hemos señalado con anterioridad en este blog. En todo caso, como ya sucediera en la Gran Crisis Financiera de 2008, el futuro del periodismo vuelve a verse comprometido.
“Al periodismo todas las crisis le vienen fatal”, asegura el veterano periodista Luis Aparicio, colaborador entre otros de medios como El País. “Esta se presume más corta, aunque ha sido muy intensa. Pero ahora cumplimos un año desde el inicio de la pandemia y las empresas han conseguido aguantar, de momento. Si la situación se prolonga… también habrá más deterioro. Con menos recursos publicitarios se pone fin a proyectos y las empresas periodísticas reducirán sus costes para sobrevivir con empleo precario que afectará sobre todo a los empleados de mayor edad. Ello provoca un cierto deterioro de la calidad informativa”, abunda el periodista.
“Todavía no estamos viendo grandes recortes, pero todo hace prever que los habrá, ante la caída brutal de la publicidad y los nuevos modelos de suscripción”, vaticina otro periodista. “No creo que el periodismo salga reforzado; todo lo contrario. He notado en las informaciones más sensacionalismo que nunca. Aunque la situación es y ha sido dramática, muchas veces se ha tendido al titular llamativo. Las redes sociales han hecho mucho daño y se ha politizado mucho todo”, añade la periodista freelance Beatriz Pérez Galdón.
Óscar Rodríguez destaca cómo las crisis diezman las ya muy baqueteadas plantillas periodísticas. “La mayor parte de las crisis económicas acaban por pasar factura a los medios de comunicación. En España, lo que hemos visto a lo largo de los últimos 20 años es un reemplazo de profesionales cualificados por jóvenes profesionales, sin experiencia, que no tienen la referencia de profesionales experimentados que les guíen en el oficio. Estos jóvenes profesionales no llegan a adquirir nunca una gran experiencia porque, generalmente, sus trabajos están mal pagados y son muy intensivos a nivel de horarios, lo que sitúa a la profesión en un bucle con difícil salida”, advierte.
La importancia de tener acceso a fuentes de información fiables es lo que hace algunos profesionales vean el futuro con cierto optimismo. “Si algo ha demostrado la pandemia es que la información es un bien básico para la sociedad”, asegura el periodista Héctor Chamizo.
“La pandemia ha acelerado el perfil digital de los diarios. Los muros de pago ya están implantados y con relativo éxito, lo que es bueno para el sector. Ahora, el problema, como siempre, está en la inestabilidad laboral”, admite Rocío Martínez. Y es precisamente en la digitalización donde algunos ven las posibilidades de salvación para la prensa. “Creo que sí sale reforzado”, opina Víctor Blanco. “El periodismo, en general, estaba en uno de sus momentos más complicados antes de la pandemia, a mi juicio, y creo que la obligación de acelerar en la transición hacia lo digital es un empujón necesario para muchas publicaciones. Eso sí, siempre dependerá de cómo se desarrolle esta transición”.
En definitiva, el periodismo vuelve otra vez más a verse sometido a la incertidumbre de los periodos de transición. Eso sí, la profesión ha estado en el alero desde los tiempos en que Mariano José de Larra escribía sus artículos en el Madrid del siglo XIX y siempre ha sobrevivido.
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