Hace unas semanas, el Club Abierto de Editores (CLABE) organizó la II Jornada contra la Desinformación bajo el lema ‘Comprometidos con la verdad’ en el Ateneo de Madrid.
El evento reunió a expertos de medios de comunicación, académicos y políticos y en él se discutieron estrategias y herramientas contra la desinformación y en favor de la democracia. Encabezando la presentación estuvieron, entre otros, el presidente de CLABE, Arsenio Escolar; el ministro para la Transformación Digital, Óscar López; y la presidenta del Congreso de los Diputados, Francina Armengol.
Basado en las conclusiones del libro colaborativo Comprometidos con la verdad: propuestas para combatir la desinformación, coordinado por Raúl Magallón, profesor de la Universidad Carlos III, en el texto se proponen medidas para abordar la desinformación desde perspectivas legislativas, educativas y tecnológicas.
Durante el evento, se enfatizó la necesidad de que medios, gobiernos y plataformas digitales trabajen en conjunto para combatir la propagación de información falsa, destacando los riesgos de las redes sociales en la difusión de desinformación.
Y, también se habló de la amenaza estructural que representa la desinformación para el periodismo y la democracia, llamando a la acción para regular el impacto de las redes sociales y fomentar la autorregulación en los medios.
La oportunidad para el periodismo
En este sentido, el último capítulo de este libro colaborativo ha sido elaborado por el catedrático Ramón Salaverría, titulado: ‘Desinformación: una oportunidad para el periodismo’, más allá de la dureza de sus afirmaciones, pretende “abrir una puerta a la esperanza” como él mismo afirmaba en su Linkedin. En su artículo, invita al periodismo a ver la crisis de la desinformación como una oportunidad para renovar su compromiso con la verdad. Asegura que, para recuperar la credibilidad, los medios deben ser más transparentes, independientes y rigurosos. En el capítulo se analizan los problemas que han cercenado la confianza en los medios y esboza algunas propuestas para recuperarla.
Para Salaverría, la proliferación de noticias falsas y manipulaciones intencionadas ha deteriorado la confianza del público en los medios tradicionales, especialmente en España, donde los niveles de credibilidad son alarmantemente bajos.
Por ello propone que, ante esta crisis, los medios deben asumir un compromiso renovado con la verdad y la transparencia. Para recuperar la confianza, el periodismo necesita reformarse en varios aspectos clave.
Entre las recomendaciones, destaca la importancia de la rectificación rápida y honesta cuando se cometen errores, la transparencia en los métodos de trabajo y en la procedencia de los fondos, y la claridad sobre los contenidos patrocinados o generados mediante inteligencia artificial.
Además, subraya la necesidad de mejorar los estándares profesionales, priorizando la información sobre la opinión y el entretenimiento. La independencia de los medios públicos, que deberían estar libres de control político, es otro punto crucial para él.
Salaverría considera que la implementación de estas medidas, aunque desafiante, podría permitir que el periodismo asuma un rol más ético y confiable, actuando como un escudo contra la desinformación y sirviendo de guía fiable para la sociedad en un contexto informativo cada vez más complejo.
Principales conclusiones del libro
Hemos destacado el capítulo del Profesor Salaverría porque nos ha parecido de los más destacables, pero no hemos querido pararnos únicamente en este capítulo y hemos elaborado un resumen del documento completo para que no podamos justificar falta de tiempo para leerlo, porque lo consideramos de gran interés.
Comprometidos con la verdad afronta el fenómeno de la desinformación como uno de los mayores desafíos de la era digital y presenta estrategias multidisciplinares para combatir sus efectos. El libro explora cómo la propagación de noticias falsas y manipulaciones intencionadas ha afectado diversos sectores de la sociedad, amenazando la democracia, la salud pública y la cohesión social.
A través de múltiples perspectivas, el texto examina la importancia de fortalecer la alfabetización mediática, la transparencia y la ética en los medios de comunicación.
Uno de los temas centrales es la alfabetización mediática desde edades tempranas, defendida como una herramienta crucial para formar ciudadanos críticos y menos vulnerables a la manipulación informativa. El libro enfatiza la necesidad de que la educación en medios sea una prioridad en las políticas públicas para que los jóvenes aprendan a distinguir la información veraz de la desinformación.
Además, se examinan las respuestas normativas de la Unión Europea ante la desinformación, destacándose su liderazgo en la regulación digital con iniciativas como la Ley de Servicios Digitales y el Código de Prácticas sobre Desinformación. Estas medidas buscan limitar la amplificación de noticias falsas en redes sociales y plataformas digitales, promoviendo un entorno informativo más seguro y confiable.
El impacto de la tecnología y las redes sociales en la difusión de bulos es otro tema clave. Los capítulos dedicados a esta cuestión exploran cómo las redes sociales se han convertido en canales donde los bulos se expanden rápidamente, impulsados por algoritmos que priorizan el contenido sensacionalista. Los autores abogan por la colaboración entre plataformas, medios y organismos reguladores para desarrollar herramientas de verificación de información.
Asimismo, el libro profundiza en el daño que la desinformación causa en áreas específicas como la ciencia, la economía, el feminismo, la migración y el consumo. La desinformación científica, especialmente en temas de salud y medio ambiente, se ha vuelto crítica, exacerbando problemas como la resistencia a las vacunas o la negación del cambio climático. En el ámbito económico, la propagación de información falsa puede afectar mercados y decisiones de inversión, mientras que, en temas de género y migración, los bulos suelen reforzar estereotipos y prejuicios, socavando el progreso social y la inclusión.