Hace un par de semanas se celebró en Huesca la XIII edición del Congreso de Periodismo Digital, al que tuve la suerte de asistir. Como ‘virgen’ en este tipo de encuentros, iba preparada para aprender, conocer y debatir ideas y enfoques nuevos para la profesión.
He de reconocer que en realidad, nuevo, nuevo, se dijo poco… a lo largo de las charlas y debates se expuso más lo que venimos escuchando y leyendo desde hace ya tiempo en relación a la reinvención que vive el periodismo. Aunque se aportó poca novedad, en mi opinión para lo que sí sirvió el Congreso fue para dibujar un mapa bastante claro de la situación actual que enfrenta la industria, alejado de los derrotismos y autocomplacencias a los que nos estamos acostumbrando últimamente.
Para empezar, y por desgracia, no me sorprendió comprobar que, a pesar de que entre los asistentes predominaban las mujeres, sólo cinco de los veinticinco ponentes eran mujeres. Una representatividad acorde con la que tiene la mujer en los puestos de responsabilidad en los medios.
Sol Gallego Díaz fue una de ellas; clausuró el congreso con un discurso que quiso reivindicar la esencia del periodismo y la existencia de la ‘verdad periodística’, en línea con el que el día anterior exponía ante los alumnos del Master de El País-UAM.
Esta fue una idea reincidente durante todos los debates: vivimos una reinvención del negocio, de la industria periodística, no de la profesión. Esta debe sin embargo luchar por salvaguardar su esencia y sus valores usando las nuevas herramientas, que conforman ese ‘bosque tropical’ que Rosental Calom Alves, en su original ponencia en 20 tuits, usó como metáfora, variado y fértil, que ha venido a sustituir al desierto mediático que existía hace dos décadas.
No debemos hablar, pues, de crisis del periodismo. De hecho, la palabra ‘crisis’ se ha mantenido fuera del Congreso (esto sí que me sorprendió). En su lugar se habló de ‘innovación‘, ‘oportunidades‘, ‘retos‘, ‘emprendimiento’ y, sobretodo, de ‘creatividad‘.
La creatividad es, sin lugar a dudas, el rasgo que debe marcar las nuevas formas de hacer periodismo que están surgiendo y que surjan a partir de ahora. Una creatividad que debe caracterizar no sólo las fórmulas de autoempleo, defendidas por muchos de los ponentes como la salida para los profesionales en estos momentos de reformulación que atraviesa el sector; sino también en el seno de las empresas mediáticas, que deben perder el miedo a la innovación y la experimentación. Y es que ‘no son los medios quienes innovan, sino las personas’.
Es un grave error que un periodista diga ‘esto no es para mí’; se acabó la época de la soberbia del periodista, del mantenerse al margen de la calle. El fin de la intermediación que han traído las redes sociales obliga al profesional a dialogar de tú a tú con quienes le leen, le ven y le critican en directo.
Lo mismo sucede con el valor de marca, un valor indispensable para el periodista y para los medios a la hora de fidelizar a los públicos, y que debe apoyares en ‘miradas propias’. “El periodista no debe atrincherarse tras la marca de un medio”, decía Gumersindo Lafuente ante una audiencia formada en gran parte por estudiantes, y que permaneció sorprendentemente muda cuando se abrió el primer turno de preguntas de la jornada.
Twitter fue una vez más protagonista con los hashtag #congresodigital, que en apenas una hora se convirtió en TT nacional. Aunque, como señaló Soledad Gallego Díaz cuando le informaron de que se la criticaba en la red por posicionarse contra la tecnología, ‘o no me he explicado bien, o no os habéis enterado porque mientras estáis escribiendo en Twitter no me escucháis’.
No me sorprendió tampoco que el encargado de inaugurar el Congreso, Maurizio Carlotti, vicepresidente de Antena 3, barriera para casa en su discurso inaugural, augurando el fin de los formatos largos y de profundidad. Afirma el señor Carlotti que nadie quiere ya leerse un tocho de 500 páginas, y que ‘la imagen ha sustituido a la palabra’ ya que no necesita interpretación (la imagen televisiva, digo yo…). Sin embargo, quedó claro que no es ese el sentir general de quienes estábamos allí: durante el resto de charlas y debates se defendió por el contrario el resurgimiento del periodismo de análisis, de profundidad y rigor. Se defendió el libro como formato para trabajos que no tienen cabida en los medios, se reivindicó el uso de la tecnología y las nuevas herramientas a favor de la profundización, la elaboración y el análisis (periodismo de datos). En definitiva: sí queremos leer 500 páginas y ver grandes reportajes.
Me quedo con lo que dijo Antonio Martínez Ron, premiado con el Blasillo de Huesca, que en su agradecimiento hizo un pequeño ‘elogio del asombro’, en una sociedad que parece estar de vuelta de todo. Me uno a ese elogio. No todo está contado: hay muchas historias que contar, y mucha gente que quiere saberlas.
Un comentario
Lo cierto es que tienes razón cuando hablas de que apenas hubo ponentes mujeres, a mí, en especial, asistente junto a ti ‘virgen’ a este tipo de eventos, me pareció un punto de encuentro demasiado optimista para la actual crisis que sufre el sector, pero también acertado en lo relativo a la creatividad, muy necesaria en los tiempos que corren.
Un saludo
Josune