Me comentan que un periodista de un medio económico le dijo a un empresario que no se gastara dinero en comunicación, que eso lo hace cualquiera y que buscara algo “más baratillo”. Es una lástima que compañeros de profesión no sean capaces de ver que este tipo de “recomendaciones”, lejos de aportar algo al sector, demuestran una falta profunda de respeto hacia sus compañeros y, lo que es peor, destruye su propio futuro.
La gestión de la comunicación está para quedarse, nos guste o no. Hay profesionales que trabajan muy bien y hay otros que no tanto, por supuesto. Eso ocurre en todas las profesiones y no es un intento de justificación. La empresa necesita comunicarse con sus públicos -ahora más que nunca- y nadie mejor que los profesionales de la comunicación sabemos cómo gestionar ese diálogo desde la coherencia y el sentido común. Dejar a la empresa sin este recurso es condenarla al ostracismo, a la sospecha, a la ignorancia.
El periodista quiere gente eficaz, profesional, que conozca el negocio, que le facilite el camino a la noticia, que le responda, que le de claves, que le guíe. Ese es el papel fundamental del responsable de comunicación de una compañía. Es una pieza clave en el tablero de las relaciones sociales de las organizaciones y debe cumplir unas normas, unos mínimos, unos principios. El periodista tiene aquí una ventaja enorme: ignorar a aquellos que no cumplen estos requisitos.
Por su parte, el responsable de comunicación también quiere periodistas preparados, que sepan de qué hablan y para qué; que no sean maleables según los intereses editoriales de su medio y que tengan recursos suficientes para hablar de “tú a tú” con sus empresas. Necesita que los periodistas sean fidedignos, respeten la palabra dada y sean muy escrupulosos con los datos y cifras que manejan y publican. Sin embargo, el responsable de comunicación pocas veces ignora a aquellos que no cumplen los requisitos aunque debería o desearía hacerlo.
Ahora, el empresario que hizo caso al periodista, está inmerso en una situación de crisis reputacional y no tiene a nadie que le guíe y le asesore en ese intrincado camino. Sin embargo, el periodista “consejero” no se ha dado cuenta de que ha dejado a sus colegas de otros medios sin una herramienta fundamental de la noticia, sin un enlace clave, sin una ruta de acceso. Y, lo que es peor, ha denigrado el papel de los comunicadores, entre los que se encuentra, al de papel basura.
4 respuestas
Es una pena lo que ha pasado y es una pena que existe esta percepción sobre los profesionales de la comunicación. Como bien dices Silvia, hay profesionales (tanto de comunicación como del periodismo) que hacen muy bien su trabajo – y me gustaría pensar que son la mayoría – y profesionales (de ambos lados) que intentan pobremente justificar su puesto de trabajo.
“Este trabajo que hacen estos de la comunicación que están todo el día en reuniones, almuerzos o en pitches con los clientes; que están 24 horas del día a disposición del cliente!!! es una cosa muy fácil; lo podría hacer cualquiera. Pero el periodismo es complicado, hay que tener “feeling”.”
Desde fuera, cualquier trabajo que hace otro es “piece of cake” y parece que todos podemos opinar sobre ello. A menudo se nos olvida que hay que respetar al profesional de al lado, y mas cuando se trata del profesional que te da gran parte de tu propio trabajo!!!
Por otro lado, lo que le ha pasado al empresario, es afrontar las consecuencias de una mala decisión.
Me parece absolutamente absurdo, que por ahorrar un dinerillo, quieres saltarte la comunicación e imagen de tu propia empresa. Esto es sabotear tu propia empresa y pagar por ello!!!
Esta industria con 100 años de experiencia, existirá por algo. Y tantas empresas que han tenido el “valor” de dejarse en sus manos, lo habrán hecho por algo.
Si “esta cosa” llamada comunicación sería tan fácil y sencilla, todo el mundo lo haría. Porque me niego a creer que existe un solo empresario que cree que sin invertir esfuerzo, dinero, calidad, comunicación puede obtener ingresos de sus productos/servicios.
Por mi experiencia, puedo añadir que este tipo de gente que “recomienda” no contratar/ contactar con una agencia de comunicación/gabinete de prensa (porque dentro de los multinacionales también pasa) suele “demostrar” rápido “el valor” que tienen como profesionales.
Saludos,
Corina Manea
Efectivamente, Corina. Tienes mucha razón en lo que dices. Mi texto va, sobre todo, dirigido a nosotros mismos, a los profesionales de la comunicación (me da igual que sea periodista o comunicador) Tenemos que poner en valor nuestro trabajo entre nosotros mismos y depurar irresponsabilidades si las hubiera (no son uno ni dos los periodistas que me dicen que no hablan con ciertas agencias por su mal trabajo)pero debemos apoyarnos, recomendarnos, ayudarnos, hacernos imprescindibles… Si ello, poco futuro nos espera.
Este problema, muy común, tiene sus orígenes en una formación fallida en torno a lo que es la consultoría de comunicación. Me explico: la mayoría de los periodistas, tanto si estudiaron para serlo como si aterrizaron en la profesión desde otros ámbitos académicos, ignora por completo esta dimensión no sólo de nuestro trabajo, sino también del suyo. Nadie le explicó en qué consiste y nadie le indicó cómo aprovechar nuestros servicios para hacer su trabajo. Desde ese desconocimiento, asocian a agencias, gabinetes de prensa y profesionales de la gestión de la comunicación en general a aspectos muy concretos, como el envío de notas de prensa y el seguimiento de actividades por teléfono. Eso está pasando a ser un porcentaje mínimo de lo que ofrecemos y hacemos para nuestros clientes.
Se teme lo que se ignora, y si sumamos ignorancia y miedo, podemos obtener cualquier cosa menos eficacia, proactividad y evolución.
Mientras las empresas y organizaciones tengan algo que contar, y mientras los públicos quieran expresarse sobre ellas, tendremos mucho que aportar. Otros ámbitos en este tablero de la comunicación, por desgracia, no pueden decir lo mismo.
Razón no te falta, Carlos. Sin embargo, no podemos justificar nuestros males en base a la formación (ahora menos que nunca) Ya no hay fronteras ni límites al aprendizaje. Totalmente de acuerdo con llo que dices de nuestro trabajo, pero lo que me preocupa es que tengamos en nuestros colegas a una parte de nuestros enemigos. Sepan o no qué es exactamente lo que hacemos «perro no come perro» y menos en momentos como en los que estamos que está el kilo de periodista a dos céntimos. Seamos inteligentes pero, sobre todo, sensatos. Gracias miles por tu aportación.