Desde hace algunos meses, la vocalía de relaciones con medios de la Asociación de Directivos de Comunicación (DIRCOM) trabaja en la elaboración de un manual de entendimiento mutuo (o acuerdo tácito) entre periodistas y comunicadores.
El objetivo primordial de dicho documento es poner blanco sobre negro lo que todos los profesionales intuimos, pensamos y, por qué no, sufrimos.
Después del trabajo de campo en la propia vocalía, se llevó a cabo una encuesta, unas mesas de trabajo y, ahora, estamos en una ronda de reuniones con diferentes medios y grupo editoriales con la idea de debatir en distancias cortas las conclusiones que han arrojado todos estos trabajos previos. Después de las entrevistas, se elaborará un documento de máximos al que podrán adherirse todos aquellos profesionales de la comunicación que así lo deseen y que estén dispuestos a seguir estos compromisos. Un manual de buenas prácticas, vamos.
Aunque las conclusiones se darán a conocer adecuadamente hay dos puntos curiosos que me rondan la cabeza. Uno de ellos es la petición, por parte de los periodistas, de que los departamentos de comunicación tengan horarios más a medida de los medios. Con ello se refieren a que si llaman a una hora, generalmente más tarde de las 19:00, no hay nadie en las oficinas (tanto de departamentos de comunicación como de agencias) A estas alturas de la película, y con la existencia de los móviles (para bien o para mal) exigir ésto no es muy sensato. Por no hablar del correo electrónico o del whatsup.
No sé qué ocurrirá en otras agencias de comunicación pero juraría que los periodistas con los que trabajamos nosotras tienen los móviles de los responsables de aquellos clientes que más les interesan. No debería olvidar el periodista que, aunque ellos llegan a las redacciones algo más tarde que el resto de los profesionales (porque suelen salir también más tarde) los departamentos de comunicación ya llevamos tiempo trabajando cuando ellos llegan a la redacción. Pedir que las agencias y departamentos estén 24 horas físicamente en la oficina no tiene sentido en estos momentos tecnológicamente tan desarrollados. Si existe la relación entre periodista y fuente, ésta siempre está localizada. Otra cosa es que uno (el periodista) prefiera no “contrastar” por la debilidad de su información o por lo que sea; y otra (la fuente) no quiera estar localizada para evitar tener que dar explicaciones. En cualquier caso, no nos engañemos: no es un problema de horarios.
Lo segundo es la fuerte presión a la que cada vez más nos vemos sometidas las áreas de comunicación de las empresas respecto a las necesidades de publicidad de los medios. Lo que antes era una barrera infranqueable ahora se ha convertido en un terreno de aguas movedizas con una disolución de fronteras difícilmente gestionable. Hablamos de noticias que son noticias y no de publicidad camuflada de noticia (que de eso no practicamos) Las necesidades de financiación de los medios están marcando, quizás más de lo deseable, las agendas informativas y eso, tarde o temprano, producirá un cambio drástico en la tarea de los departamentos y agencias de comunicación en los que ya no importa tanto el contenido informativo como la inversión publicitaria.
FOTO: Getty – El País
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