La nueva realidad nos aboca a buscar formas más flexibles y adaptables de dirigir nuestras organizaciones. Si es así, cabe la posibilidad de pasar a ser una organización líquida.
En una organización líquida, la flexibilidad y el cambio son fundamentales; podemos adaptarnos rápidamente a las demandas de nuestros clientes y de nuestra propia organización. Esto nos va a permitir seguir siendo competitivos en el cambiante mundo actual.
¿Qué es una organización líquida?
Una organización líquida es aquella que tiene una gran capacidad de adaptación, tanto en el tiempo como en la forma; flexibilidad y cambio en respuesta a las demandas de sus clientes y de su propia organización para alcanzar los objetivos.
Además se trata de una organización que combina la digitalización, la globalización, la sostenibilidad y la gestión del talento de forma eficaz, sabiendo aprovechar las oportunidades en la dinámica cambiante del contexto actual. En resumen, son organizaciones completas, capaces de prosperar en cualquier entorno.
¿Cuáles son los beneficios de una organización líquida?
Los beneficios son muchos, pero destacamos que:
1) Puede adaptarse rápidamente a los cambios en el mercado o en su sector.
2) Puede responder fácilmente a las demandas de los clientes.
3) Puede pivotar más fácilmente hacia nuevos mercados o negocios.
4) Puede gestionar mejor los cambios en su plantilla.
5) Es más sostenible, tanto desde el punto de vista medioambiental como financiero.
¿Cómo se puede hacer la transición a una organización líquida?
Hacer la transición a una organización líquida puede parecer desalentador, pero no es imposible. Para empezar:
- Establezcamos metas y objetivos claros para nuestras organizaciones.
- Estemos abiertos al cambio y dispuestos a experimentar.
- Adoptemos las nuevas tecnologías y utilicémoslas en nuestro beneficio.
- Contemos con que hay que formar a nuestros empleados en la filosofía de la flexibilidad y capacidad de adaptación.
- Promovamos la creatividad y la innovación en toda la empresa.
- Mantengámonos centrados en nuestros clientes y sus necesidades.
- Y por último, utilicemos la comunicación a nuestro favor: transparencia, constancia y consciencia.
Estos son algunos de los principales pasos para hacer que suceda la transformación.
¿Cuáles son los retos?
Dirigir una organización líquida conlleva algunos retos.
El primero es que puede ser difícil aceptar la pérdida del control porque debemos confiar en que los empleados tomen decisiones por sí mismos. También es complicado seguir el ritmo de las demandas siempre cambiantes de los clientes, y ser lo suficientemente flexible para adaptarse a las nuevas situaciones.
Pero si conseguimos superar estos retos, la recompensa será una organización ágil, innovadora y adaptable, perfecta para el cambiante panorama empresarial actual.
Pero… ¿todo es positivo?
Bueno… Existen algunos inconvenientes. No es fácil mantener la estabilidad permanente cuando se están produciendo tantos cambios. Asegurarse de que todo el mundo está en el mismo punto al mismo tiempo cuando se trata de decisiones y objetivos, no siempre es fácil. Requiere mucha atención, constancia y un enorme poder de comunicación.
Pero las ventajas de una organización líquida superan, sin duda, a las desventajas. Con la capacidad de adaptarse rápida y fácilmente a las demandas cambiantes, podremos adelantarnos a la competencia y mantener a nuestros públicos objetivos contentos.
En nuestra mano está la decisión, aunque muchas veces es la propia organización la que fuerza, con el devenir del día a día, la transformación. Solo es cuestión de estar atentos.