Errores más comunes en la comunicación corporativa y cómo evitarlos

Imagen de Natalia Martín

La comunicación corporativa es uno de los activos estratégicos más poderosos de cualquier organización. A través de ella, las empresas construyen su identidad, proyectan su reputación, fortalecen sus relaciones internas y externas, y se posicionan en el mercado. Sin embargo, comunicar bien no es una tarea sencilla ni automática. Ni mucho menos. Requiere de estrategia, planificación, coherencia, escucha y, sobre todo, claridad de propósito.

En un contexto, cómo el actual, donde los mensajes circulan a gran velocidad y se amplifican de forma inmediata, los errores de comunicación pueden tener consecuencias muy importantes, tanto en términos de imagen como de confianza.

¿Cuáles son los errores más comunes en la comunicación corporativa?

1. Falta de coherencia entre el discurso y la realidad

Uno de los errores más frecuentes —y a la vez más perjudiciales— es la desconexión entre lo que la organización dice y lo que efectivamente hace. Prometer sostenibilidad, innovación, inclusión o compromiso social sin que estas premisas estén arraigadas en la cultura y las prácticas reales de la empresa es una forma directa de erosionar la credibilidad.

La coherencia entre el discurso y la acción es un principio básico de la reputación. Si una empresa comunica valores que no aplica, tarde o temprano el mercado, los medios o la opinión pública lo detectarán. Y en un entorno social hipersensible a la incoherencia, las consecuencias pueden ser difíciles de revertir.

Para evitarlos se debe alinear la comunicación con los valores reales y la cultura interna, validando, de forma continua, que los los mensajes estén respaldados por acciones concretas y sostenibles en el tiempo y fomentar una comunicación honesta, realista y basada en hechos verificables.

2. Comunicación reactiva en lugar de estratégica

Es habitual encontrar organizaciones que sólo comunican cuando “hay que apagar fuegos”, es decir, de forma reactiva ante una crisis, una polémica o una presión externa. Esta actitud defensiva debilita la imagen de marca y transmite una percepción de improvisación o falta de transparencia.

Una comunicación corporativa eficaz no debe limitarse a gestionar emergencias. Debe construirse desde una visión estratégica, con planificación, objetivos definidos y una narrativa sólida que posicione a la organización en su entorno.

Por ello, es importante diseñar un plan de comunicación anual, con acciones proactivas y líneas de mensaje claras, integrar la comunicación en la estrategia global de la empresa, y que no sea sólo algo aislado o puntual y anticiparse a los posibles escenarios teniendo bien definidos los protocolos de actuación para cada momento.

3. No segmentar los mensajes según los públicos

Cada público tiene expectativas, lenguajes y códigos propios. Uno de los errores más recurrentes en comunicación corporativa también es enviar el mismo mensaje, con el mismo tono y a través del mismo canal, a todos los públicos por igual: empleados, clientes, medios, inversores, proveedores, instituciones…

La falta de segmentación no sólo diluye el impacto del mensaje, sino que puede dar lugar a malentendidos o interpretaciones erróneas. La eficacia comunicativa exige adaptar siempre el contenido al receptor.

Para evitarlo es importante identificar y mapear los públicos clave de la organización, definir mensajes específicos para cada uno, considerando su nivel de conocimiento, interés y relación con la empresa y escoger los canales más adecuados según cada audiencia: comunicación interna, medios, redes sociales o encuentros presenciales, entre otros.

4. Uso excesivo de jerga técnica o lenguaje vacío

La tendencia a utilizar un lenguaje artificial, excesivamente técnico o cargado de frases hechas es otro error frecuente que puede alejar a nuestro público del mensaje que queremos transmitir. La comunicación corporativa no debe ser un ejercicio de opacidad ni de complejidad innecesaria. Su objetivo es informar, conectar y generar valor, no impresionar con términos grandilocuentes o con mensajes que no se entienden.

Cuando el lenguaje es confuso o innecesariamente rebuscado, se pierde la claridad y, por tanto, la efectividad del mensaje. Del mismo modo, los discursos que abusan del marketing sin aportar contenido sustancial tienden a percibirse como poco fiables o manipuladores.

Para evitarlo es recomendable usar un lenguaje claro, preciso y directo, sin renunciar al tono institucional, sustituir tecnicismos por explicaciones comprensibles cuando sea necesario y apostar, siempre, por la autenticidad y la cercanía, sin perder el rigor profesional.

5. Ignorar el valor de la comunicación interna

La comunicación interna, a menudo infravalorada o tratada como una herramienta meramente operativa, es en realidad un pilar clave de la comunicación de cualquier compañía. Una plantilla bien informada, alineada con los objetivos y comprometida con los valores corporativos, es el mejor embajador de una marca.

Por ello, no comunicar adecuadamente hacia dentro puede generar desinformación, rumores, desconfianza o desmotivación. La falta de transparencia o de espacios para el diálogo interno repercute directamente en la cohesión del equipo y en la productividad.

Es importante diseñar una estrategia de comunicación interna alineada con la cultura corporativa, fomentar canales bidireccionales, que permitan la participación activa de los empleados e informar con regularidad sobre decisiones, cambios, logros y desafíos de la compañía.

6. Olvidar la comunicación de crisis

En un entorno tan expuesto como el actual, donde cualquier incidencia puede viralizarse en cuestión de minutos, no contar con un protocolo de gestión de crisis comunicativa es una auténtica imprudencia. El silencio, la improvisación o la negación de los hechos suele agravar la situación y multiplicar el daño reputacional.

Toda organización está expuesta a situaciones críticas: desde errores operativos hasta conflictos laborales, fallos tecnológicos, filtraciones o escándalos mediáticos. La diferencia entre una crisis bien gestionada y una mal gestionada radica, en gran parte, en la capacidad de comunicar con rapidez, transparencia y responsabilidad.

Para estar preparado, lo más importante es tener definido un plan de crisis que contemple diferentes escenarios y respuestas, designar quiénes son los portavoces y formarlos adecuadamente para hacer declaraciones, tener claros los mensajes clave en coherencia con el relato de la compañía, mantener una comunicación constante con los públicos clave durante todo el proceso y asumir los errores cuando corresponde, además de aplicar las acciones correctivas de forma rápida, clara y concisa.

7. Desconocer o subestimar el poder de los medios digitales o las RRSS

La irrupción de las redes sociales y el entorno digital ha transformado radicalmente el ecosistema comunicativo, desde hace ya muchos años. No es nuevo que ya no basta con emitir comunicados de prensa o actualizar una página web o un blog corporativo. Hoy, la comunicación exige presencia activa, escucha constante y capacidad de respuesta en tiempo real.

Ignorar los medios digitales o las redes sociales o utilizarlos sin estrategia puede provocar descontrol, mensajes contradictorios o pérdida de oportunidades de conexión con el público.

Es clave integrar la comunicación digital en el plan general de comunicación corporativa, contar con perfiles institucionales actualizados y gestionados profesionalmente, monitorizar la conversación online (de forma constante) para detectar riesgos y oportunidades y responder con agilidad, coherencia y tono adecuado en cada uno de los canales.

La importancia de la comunicación corporativa

La comunicación corporativa no es solo una herramienta funcional, es un eje central de la gestión organizativa. Cuando se planifica, se alinea con la estrategia y se ejecuta con rigor, tiene el poder de construir reputación, generar confianza, fidelizar públicos y consolidar el posicionamiento de una marca o institución.

Evitar los errores más comunes, que hemos repasado, no implica tener una comunicación perfecta, pero sí desarrollar una práctica comunicativa consciente, responsable y profesional. El compromiso con una comunicación clara, coherente y orientada al largo plazo es, sin duda, una ventaja competitiva para cualquier organización.

 

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