La pasada semana mi compañero Fernando hacía referencia en su post a los cisnes negros, en concreto a lo que Nassim Taleb definió en su libro como aquellos acontecimientos altamente improbables, con profundas consecuencias. Dicho post hace una reflexión profunda sobre cómo la pandemia de la COVID-19 marca un futuro desafiante para la comunicación.
En este post voy a hablar también de Nassim Taleb. En 2012 presentó su libro Antifrágil donde asegura: “Algunas cosas se benefician de los sobresaltos, prosperan y crecen cuando se exponen a la volatilidad, la aleatoriedad, el desorden y los factores estresantes y aman la aventura, el riesgo y la incertidumbre. Sin embargo, a pesar de la ubicuidad del fenómeno, no hay palabras para lo opuesto a lo frágil, llamémoslo antifrágil. La antifragilidad está más allá de la resiliencia o la solidez. El resiliente resiste los choques y permanece igual, lo antifrágil mejora”. El termino antifrágil será de utilidad para nuestro relato.
Por otra parte, Andy Grove, quién llego a ser presidente de Intel® y se le reconoce como un gran transformador e impulsor de la tecnología de los microprocesadores, afirmaba: “Las malas compañías son destruidas por la crisis, las buenas compañías las sobreviven, las grandes empresas son mejoradas por ellas”. Es decir, que la supervivencia no depende del tamaño o sector sino básicamente por su capacidad de adaptación. Y añadía: “No todos los problemas tienen una respuesta tecnológica, pero cuando lo hacen, esa es la solución más duradera.” Es decir, que, además, usar inteligentemente la tecnología que está a nuestro alcance nos permitirá hacer cosas interesantes.
En esta etapa COVID-19 y pospandemia, y apoyado en las ideas de Taleb y Grove, vamos a aprender mucho. Estoy convencido que para una buena parte de agencias de comunicación surgirán oportunidades para hacer mejor las cosas que de otra manera no llegarían o llegarían tarde.
Algunos aspectos positivos que se están produciendo son: niveles más altos de confianza y cooperación: compromiso personal y profesional; adaptación a las nuevas formas de trabajar: el mejor uso de aplicaciones y movilización; consolidación de modelos mixto de trabajo centralizado y distribuido… Sin duda, cambios importantes.
¿Es suficiente y sostenible en el tiempo, el convencimiento de algunas empresas que consideran que es suficiente con que sus profesionales puedan comunicarse entre ellos, intercambien ficheros, llamadas y videoconferencias? Posiblemente de resultado a muy corto plazo, pero ¿este modelo es adecuado a medio y largo plazo? Personalmente pienso que no. Hay que cubrir otras funciones fundamentales.
En primer lugar, además de poder tener una comunicación fluida y simple, de poder acceder de forma fácil y ágil a documentos, hay que tener capacidad de (auto)gestión de los equipos, de hacer práctica su manera de trabajar, independiente de la ubicación. Trabajar por resultados, de forma sistémica y sistemática. Esto no es tan simple y muchas de las empresas no lo están sabiendo aplicar en este momento.
Hay herramientas y metodologías que facilitan esto, pero no se puede improvisar; tampoco hacer un hábito de algo que nunca lo fue. Lo más básico son herramientas como Jira, Trello o Asana que facilitan trabajar en equipo de forma organizada, colaborativa, flexible y productiva, una gestión de proyectos simple y la entrega de valor de forma constante a los clientes.
Pero es preciso que estas herramientas se adapten a las necesidades y coyuntura de cada agencia y, lo que es más importante: su uso constante como parte de la forma habitual de trabajo de los equipos y con los proyectos. Si cualquiera de los dos elementos no se cumple, no tiene sentido su utilización.
Sin ellas va a ser muy complicado trabajar de forma distribuida a medio plazo y posiblemente pueda poner en riesgo el resultado de los proyectos, sobre todo los nuevos proyectos, que hay y los habrá.
En segundo lugar, en una agencia, igual que en muchas compañías, poder reflexionar, poner foco, imaginar, idear, co-crear, tanto en los equipos como con clientes, es un elemento relevante y una ventaja competitiva importante. En formato ‘presencial’ hay cierto hábito, cierta improvisación y resultados aceptables. En formato ‘distribuido’ falta uso, costumbre y conocimiento sobre estas herramientas. Esto no se cubre con videollamadas. Hay plataformas, como Mural, que mediante espacios de trabajo comunes se facilitan todas estas funciones, pero su uso y aplicación es bajo. Las agencias sin el hábito de idear y co-crear en formato distribuido tienen limitado su futuro y su capacidad de trabajar a medio plazo en un formado mixto o distribuido.
Estos dos aspectos no son habituales en muchas agencias; tal vez sí en un entorno presencial pero no en un entorno distribuido. Al contrario de ser una debilidad hay que hacer ‘de la necesidad, virtud’. Vuelvo al concepto de antifrágil: en un entorno desfavorable y ante la carencia de determinado hábitos puede hacer que salgamos mejor y más fuertes que cuando empezamos. Siendo conocedores de que necesitamos dotar de sistemas de (auto)gestión de equipos y proyectos, y de capacidades de idear y co-crear de forma no presencial, y haciendo una buena implantación de ello, nos encontraremos con una agencia más sólida, mejor preparada y con mejores resultados que antes de la pandemia. Esa agencia es y será antifrágil.
Imagen destacada: KP Bodenstein on Unsplash
He leído y acepto la política de privacidad
Un comentario
Exelente entrada, enhorabuena y gracias!