¡Oh, reputación! Bella palabra. ¿Cómo hablar de algo que no se ve pero que existe? ¿No dicen eso de las brujas? Pues como a las brujas, pueden llevarlas ante los tribunales.
Para arrancar, me viene a la memoria una de las conclusiones que más me llamaron la atención del informe PR SCOPE 2020/2022 en el que se evidencia que a los clientes de servicios de comunicación y relaciones públicas les sigue costando ver (todavía) cuál es el retorno de la inversión que realizan.
Podríamos justificarlo diciendo que la comunicación gestiona un intangible, fundamental, valiosísimo, esencial, pero intangible, al fin y al cabo: la reputación, pero desde que me llega la memoria, nos hemos hartado de hablar de ello y a día de hoy, y según el informe mencionado, parece que sigue costando demostrar ese valor y, a los clientes, verlo.
Podría referir millones de informes, artículos, estudios, análisis… que se han hecho respecto al asunto, pero esta vez he optado por ser mucho más ‘tangible’ y, afortunadamente, la actualidad ha venido en mi ayuda.
Demanda contra El Confidencial
Hace apenas una semana, el diario digital El Confidencial publicaba un artículo titulado “Iberdrola demanda a El Confidencial por daños al honor de 17,6 millones de euros”, un artículo encuadrado en el prolijo, extenso y mediático caso Villarejo.
A raíz de diferentes y numerosos artículos publicados por este medio sobre la supuesta implicación de la compañía eléctrica y sus directivos en el caso, la Audiencia Nacional solicitó la declaración como investigados de varios de ellos, incluido el propio presidente, Ignacio Sánchez Galán.
Según la información que El Confidencial recoge, Iberdrola basa su demanda en que considera que ha existido una “auténtica campaña de desprestigio y acoso mediático” contra la empresa que “habría ocasionado un gravísimo daño reputacional a la compañía”. Es más, el artículo asegura que “en sus escritos, Iberdrola vincula directamente la reputación del presidente de una empresa con la del grupo empresarial”.
La demanda, además, asegura que la suma solicitada podría “ajustarse al alza” si el medio “publica nuevas informaciones que considere (la eléctrica) que atenta contra su derecho al honor”.
Según el Diccionario Panhispánico del Español Jurídico por derecho al honor se entiende “el derecho a actuar administrativa o judicialmente contra quien profiera expresiones o imputaciones de hechos falsos que hagan desmerecer la consideración social e individual de una persona”. ¿Hay algo más intangible que la consideración social?
La demanda de Iberdrola ‘cuantifica’ con minuciosidad cuánto vale ese daño. Por lo tanto, la reputación ¿es o no es tangible? La eléctrica, en su escrito, considera que cada vez que este medio publicaba UNA noticia negativa contra ella el prejuicio costaba por encima de los 1,46 millones de euros/pieza. Euros contantes y sonantes, por lo tanto, muy pero que muy tangibles.
Y otra cosa más. El escrito se refiere a criterios como el número de noticias (“demasiadas noticias”), la periodicidad de la publicación de las mismas (“en plazos extremadamente cortos” y catalogada de “sobreinformación”), a si las noticias estaban en abierto o eran de pago: “el hecho de que algunas de las noticias estuviesen cerradas en exclusiva para suscriptores multiplica el daño reputacional de estas informaciones, ya que impediría a la mayoría de los lectores pasar del titular y acceder a los matices incluidos en el texto de las noticias”… ¿Diría lo mismo de sus contenidos a los que no puedes acceder si no eres cliente porque está en zona privada? ¿Están ocultando información al usuario no registrado?
Hasta Europa
El caso no deja de sorprenderme (y de maravillarme, no lo voy a negar) porque sigue (y muy posiblemente) seguirá dando de qué hablar.
Un día después, el mismo El Confidencial publica otra noticia en la que se hace eco de que Ciudadanos ha decidido llevar a la Comisión Europea la demanda de Iberdrola contra el medio por considerarla “abusiva e intimidatoria”. Ciudadanos considera que la actuación de Iberdrola “pone en peligro la libertad de expresión”.
Y no solamente ha sido Ciudadanos. Como se recoge en esta noticia, las alarmas entre los profesionales de la información se han activado y muchas asociaciones y organizaciones sectoriales han mostrado su apoyo a El Confidencial.
Pero hoy no toca hablar de la imprescindible libertad de expresión; o si detrás de esta demanda está el supuesto castigo periodístico por el cierre del grifo publicitario; o si estamos hablando realmente de información veraz o no. Permitidme que lo deje para otras ocasiones, sin que ello signifique que lo consideramos menos importante.
La cuestión parece que no se para aquí y excede los límites mediáticos. La eléctrica se plantea reclamar una indemnización al Estado por daño reputacional como consecuencia del “funcionamiento anormal de la Administración de Justicia”. De momento, y según la compañía afirma, le ha costado una operación millonaria en México.
Pero hoy mi intención ha sido utilizar este caso para demostrar que la reputación, por muy intangible que sea, es real y que hay numerosos elementos estratégicos que la configuran hasta tal punto que pueden ser la base de una acción legal de semejantes dimensiones.
Habrá que esperar un tiempo a ver cómo evoluciona el caso y comprobar, calculadora en mano, cuánto de tangible es la reputación de una compañía.
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