Nunca más que antes, la comunicación -entendida como la acción de hablar, conversar con tus públicos- se ha situado en la punta del iceberg de nuestra dañada, dolida y apuntalada sociedad. Nunca antes como ahora los ciudadanos, cada uno de nosotros como entes independientes y pensantes -sí, he dicho pensantes-, nos erigimos en protagonistas de una acción comunicadora que adolece de una base fundamental: el emisor.
La semana pasada ya escribí sobre la deficiencia comunicativa del gobierno y ríos de tinta se están escribiendo sobre la actitud y comportamiento del Rey, la incoherente transmisión de mensajes contradictorios y su obligada o no comparecencia ante la sociedad. Nuevamente, nuestros ¿líderes? siguen pensando que somos una sociedad estúpida y fácil de engañar. Qué grave error…
Sin embargo, tenemos un rayo de luz alumbrándonos el camino. Hoy, Antonio Brufau, presidente de Repsol, ha dado la cara y ha estado más de dos horas delante de los periodistas explicando la situación real en la que se encuentra la compañía tras la decisión de la Presidenta Kirchner y ha hablado de todo aquello que ha considerado imprescindible para que la opinión pública conozca lo que está ocurriendo. Esto, que un principio es algo tan obvio como lógico, se nos presenta ahora como algo extraordinario: rapidez de respuesta, transparencia, opinión, debate… e incluso nos llama poderosamente la atención.
Casualidades de la vida, la Directora de Comunicación y del Gabinete de Presidencia es Begoña Élices, quien además de otros muchos cargos dentro de la organización, es miembro del Comité de Dirección (de los muy poquitos Dircom de este país sentados en el Comité). ¿Y qué? Pues que la responsable de la imagen y comunicación corporativa de esta compañía forma parte del equipo de gestión y se nota que toma decisiones, asesora y recomienda lo mejor para su compañía a pesar de ser uno de los momentos más difíciles para la misma Y, sobre todo, le hacen caso, algo que posiblemente no podríamos decir de los responsables de comunicación de los distintos ministerios, incluido Moncloa, ni de la Casa Real, cosa que no deja de sorprenderme si revisamos la trayectoria del gran profesional que ha sido siempre Javier Ayuso.
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